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¿Cómo crees que te sentirías si un día eres consciente que no eres, no te atrae o no piensas como “deberías” ser, no te gusta o te atrae quien “debería” y/o no piensas lo que “tendrías” que pensar? ¿Qué pensarías de ti mismo/a si no fueras lo que todo el mundo espera de ti?

Ya es complicado vivir en sociedad y descubrir tu propia personalidad y forma de ser, si además temes salirte de lo que se considera “normal” e, incluso, tienes miedo a ser rechazado, las inseguridades, la vulnerabilidad, la desorientación y la baja autoestima aumentan en las vidas de aquellos “diferentes”.

Eso es con lo que tienen que lidiar las personas del colectivo LGTBgays, lesbianasbisexualestransexualespansexuales, etc. Hablamos de la baja autoestima en LGTB.

La baja autoestima en LGTB

Más o menos en la complicada etapa de la adolescencia, el/la joven comienza a despertar en términos sexuales y de atracción física, sus hormonas se “alborotan” y empieza a tener intereses que hasta entonces no había tenido.

Afrontar la adolescencia no es fácil. Todos hemos pasado por ello y seguro que conocemos a más de un adolescente en la “edad del pavo”. Creo que prácticamente todos coincidiremos en decir que este periodo la vida es difícil, nadie nos entiende (¡si ni siquiera nos entendemos a nosotros mismos!) y todo son cambios.

Nos buscamos a nosotros mismos a marchas forzadas, intentamos encajar en un mundo de adultos todavía sintiéndonos como niños y se nos exigen y esperan de nosotros cosas que antes no exigían y esperaban. Cambios. Cambios. Cambios.

La palabra “cambio” se puede traducir con “inestabilidad” y esa inestabilidad se transforma en “vulnerabilidad” y “miedo”.

Como bien explico en el artículo “¿De dónde viene la baja autoestima?”, en la etapa de la pubertad existe una confrontación y comprobación de concordancia entre todas aquellas creencias e ideas que hemos ido adquiriendo durante nuestra niñez con lo que de verdad creemos y pensamos.

En este proceso de construcción de la identidad y de la autoestima (ya iniciadas durante la infancia) es determinante la educación y el entorno para determinar el éxito o el fracaso  de las mismas.

Normalmente, un/a adolescente heterosexual lo tiene complicado, pero imagínate un chico gay o una chica lesbiana, que además lidia con un “problema” añadido. Usualmente ese joven homosexual habrá sido criado con una educación tradicional basada en la familia nuclear (padre, madre e hijos) y con deseos de sus progenitores de que encuentre una pareja del sexo opuesto para que les den nietos biológicos.

Pero a diferencia de lo que “debería” (de nuevo), no se siente atraído por el sexo opuesto, su familia futura no será nuclear y posiblemente sea más complicado el tener hijos biológicos con su pareja.

De hecho, ha podido hasta convivir en un entorno machista, hostil u homófobo y/o recibir comentarios en contra de gays y lesbianas desde figuras cercanas y de autoridad. Por lo que entraría en juego el miedo al rechazo de los demás y/o el desprecio o preocupación por tener la orientación sexual que posee.

La definición de la orientación sexual no es algo que surge de repente o que se va eligiendo y cambiando a antojo, sino que es un proceso con fases. Las fases por las que pasan los gays y las lesbianas (personas que les atrae el sexo puesto) y los bisexuales (personas que les atraen ambos sexos) serían las siguientes:

1)      Atracción física por personas de igual sexo o de ambos.

Ya desde la niñez incluso, el/la joven comienza a sentirse atraído/a por personas de su mismo sexo o por ambos, en lugar de solamente el sexo opuesto. Al principio, intentará evitar esos sentimientos o pensamientos hacia esa orientación, pero no hay forma de eliminarlos.

2)      Negación.

Lo más común será que al principio se nieguen tales pensamientos o sentimientos. Plantearse ser diferente a los demás no le entra en la cabeza ni en “sus” planes. ¿Qué dirán los demás? ¿Qué pensarán sus padres? ¿Sus amigos le dejarán de lado?

Este es el momento más crítico del proceso de aceptación de la orientación sexual, pues es más vulnerable a que la baja autoestima que puede causarle esta negación, le provoque ideas o intentos de suicidios (o, incluso consumarlos).

Muchos avanzarán de fase, aceptando que existe la posibilidad de ser homosexual o bisexual, pero otros quedarán “dentro del armario”, viviendo una vida de falsa heterosexualidad que no le aportará satisfacción o, en ocasiones, lo enmascararán con una bisexualidad irreal (en caso de homosexuales).

3)      Relación sexual íntima.

Aunque existen todavía vestigios o restos de negación, esa atracción por el mismo género o por ambos sigue estando presente, así que se pondría a prueba si realmente esos sentimientos son ciertos mediante una relación sexual íntima.

Sinceramente, no creo que haga falta tal “confirmación” ya que una persona puede saber si le atrae o no un género, sin necesidad de consumar con una persona de tal sexo. Conozco casos de personas homosexuales o bisexuales que no han llegado a practicar sexo con personas del mismo género pero que les excita pensar en ellos o les atraen físicamente.

Considero que la frase de “si no lo pruebas, no sabes si te gusta” quedaría fuera de lugar y sería innecesaria en términos de orientación sexual.

4)      Aceptación.

Es en este punto cuando la persona ya se define como “homosexual”, “lesbiana” o “bisexual” y empieza a vivir en consonancia a esta definición. Sabe qué le atrae y deja detrás los sentimientos de negación o duda sobre su orientación sexual. Es en esta fase donde la baja autoestima quedaría prácticamente en el pasado, aunque pueden seguir sintiéndose vulnerables e inseguros por otros temas.

5)      Comunicación.

O como se conoce en términos de calle: “salir del armario”. En este punto se le comunicaría a la familia, amigos y entorno la orientación sexual que se posee. Este proceso suele ser bastante conflictivo para aquellas personas que teman un rechazo de los suyos, por lo que en varios casos, aunque conocen y aceptan su condición sexual, no la expresan abiertamente o la encubren con una vida “falsa”.

6)      Normalidad.

Una vez el entorno es conocedor de la orientación sexual, es hora de poder disfrutar de esa libertad y poder vivir feliz y tranquilo con uno mismo, pues lleva una vida acorde a lo que siente y piensa. Aquí ya hablaríamos de una alta autoestima en lo referente a lo que la orientación sexual le podría influir.

Los homosexuales y las lesbianas suelen tener más problemas a la hora de salir del armario o dar a conocer su orientación sexual que los bisexuales.

Para las familias más conservadoras, el que sus hijos sean bisexuales deja una pequeña esperanza de que  “sea una fase” o que al final acaben escogiendo una pareja del sexo opuesto y formen un matrimonio heterosexual, puesto que les sigue atrayendo lo “normal”.

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Pese a esto, tampoco se les puede quitar trabas o aligerar el camino a los bisexuales, pues muchos consideran que su condición hace referencia al libertinaje, al vicio o a la depravación, cuando tampoco es lo cierto.

Cuando una persona es sometida o se somete a permanecer dentro del armario y niega lo que es evidente incluso para él, puede verse en serios problemas su autoestima, llegando a padecer de baja autoestima y nunca llegar a quererse.

En varias ocasiones encontraremos casos de baja autoestima en el colectivo LGTB  que se exteriorizan o traducen en:

–  Preocupación excesiva por la belleza y el cuerpo. Por ejemplo, muchos hombres gays intentarán cultivar el cuerpo ganando masa muscular para parecer más viriles.

–  Abuso de drogas y alcohol. En busca de olvidar y/o evitar pensar en ciertas cosas pueden caer en sustancias o abusar de alcohol y así evadirse.

–  Sexo frecuente y casual, sin compromiso. El ser rechazados socialmente puede producir sentimientos de soledad que intentan llenar con sexo sin compromiso, y que si no se toman medidas, se corre el riesgo de infectarse con alguna ETS o el VIH.

Como podemos observar, las consecuencias de la baja autoestima relacionada con la orientación sexual homosexual no distan de los que se podrían dar en una persona heterosexual con baja autoestima. Simplemente, destacar la problemática del VIH ya que muchas veces entre parejas gays no se hace uso del preservativo ya que no existe peligro de embarazo y por ello, la probabilidad de transmisión del VIH sin usar medidas es muchísimo superior.

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Baja autoestima en personas transexuales

El no aceptar la orientación sexual puede traer problemas de baja autoestima graves, pero todavía son peores en casos de transexualidad porque, directamente, nada exterior en ti te define cómo eres por dentro, por lo que difícilmente puedes llegar a quererte y tener una alta autoestima.

Deja un segundo esta lectura y mírate en el espejo: ¿Qué ves? ¿A quién ves? ¿Qué te gusta de ti? ¿Qué no te gusta de ti?

Seguramente habrás contestado que te ves a ti mismo, habrás enumerado una serie de cosas que te gustan de ti y otras (espero que en menor cantidad), que no.

Imagina por un momento cómo puede sentirse alguien que al mirarse en ese mismo espejo en el que tú te has mirado, vea a una persona que para nada le define. No estamos hablando de graves problemas o complejos de físico que conllevan a una baja autoestima, eso es un tema similar pero nada que ver con esto.

Te hablo de que TODO lo que hay, desde la raíz de tu cabello hasta la punta de tus pies, es de una persona que no eres tú y tienes que vivir dentro de ella día tras día, verla en tu reflejo, vestirla, alimentarla, trasladarla, presentarte con ella, interaccionar con el mundo desde ese cuerpo,…

Sería duro, ¿no? Muchos no podrían soportarlo. Pus con eso es con lo que lidian las personas transexuales día tras día.

Parece que estemos hablando de una de esas películas de comedia en la que hay intercambios de cuerpo entre dos personajes, pero nada más lejos de la realidad. Aquí no hay risas, aquí no hay una oportunidad mágica para volver a hacer el cambio: esto es la vida real, aunque parezca ficción.

Ya desde la infancia, la persona MaF (persona que se siente mujer habiendo nacido con genitales masculinos) y la persona MaH (persona que se considera hombre habiendo nacido con genitales femeninos) siente que algo es incongruente entre su cuerpo y su mente y no se identifica con su sexo biológico ni con su rol de género.

Aunque estas disonancias cuerpo-mente se aprecian ya siendo niños, es en la etapa de la adolescencia cuando se hacen más latentes. Como ocurre en cuestiones de autoestima general, en la adolescencia y en temas relacionados con la orientación sexual que antes hemos comentado, es un periodo de cambios físicos y cognitivos.

Siendo ya complicados los dos casos comentados, para una persona transexual es mayor la desorientación, pues además de sufrir tales mutaciones en su físico, estas no corresponden a lo que tendría que ser según la identidad sexual del joven.

La incomprensión del entorno del joven (los padres, los familiares, los pares (compañeros), los amigos, los profesores,…, la gente con quien se relaciona en general) sobre la situación tampoco ayuda a que el/la adolescente afronte este problema con el apoyo necesario.

A día de hoy, todavía es muy desconocida esta problemática y muchas veces rechazada por profesionales de la salud (bien por desconocimiento o por ideología). Los jóvenes transexuales pueden sumirse en una búsqueda de soluciones a su situación, pero no siempre encontrarán o se les proporcionarán las ayudas pertinentes.

El cambio de género a nivel físico no es posible hasta alcanzar cierta edad, por lo que tienen que convivir dentro de un cuerpo con el que no se identifican gran parte de sus vidas, corriendo un riesgo casi del 100% de padecer una muy baja autoestima, recurrir a autohormonarse, producirse autolesiones o automutilaciones, caer en serias depresiones o llegar incluso al suicidio.

El proceso de Transexualización es arduo y complejo, con muchas fases y transiciones que llevan tiempo y requieren de un acompañamiento psicológico para garantizar el bienestar y salud mental de la persona transexual.

1)      Diagnosticar la transexualidad.

Se produce tras una Atención Psicoterapéutica: sesiones psicológicas, pruebas médicas, etc. Tenemos que tener en cuenta que en este punto la autoestima es un punto clave a la hora de una terapia o proceso psicológico, pues estará muy dañada y la ayuda en este campo es clave.

2)      Hormonación.

Si el diagnóstico de transexualidad es favorable, se comenzará un proceso de hormonación supervisado por un profesional de la medicina endocrina. Este periodo deberá ser controlado para que aparezcan paulatinamente los caracteres sexuales secundarios (vello, aumento de pecho, redistribución de grasa corporal,…) y para que no suponga un riesgo para su salud. Aún así, el seguimiento por el endocrino será de por vida.

 Además de hormonas, el seguimiento y acompañamiento psicológico sigue siendo necesario. No debemos olvidar que trabajar la baja autoestima es un proceso largo y constante, pues cuesta alcanzar un amor propio y más en casos de transexualidad ya que partimos de un rechazo por su físico desde el minuto cero.

3)      Cirugía de Reasignación Sexual (CRS).

Una vez alcanzados los objetivos de las fases anteriores, se procede a la modificación física mediante cirugía. Para ello, especialistas como ginecólogos, urólogos y cirujanos plásticos son indispensables.

Pese a la existencia de todas estas fases y procesos, cada persona es diferente y puede llegar hasta el punto que quiera o desee dentro del proceso de transexualización.

Otro aspecto, aunque nos parezca nimio frente a un proceso quirúrgico, es el cambio de nombre de la persona transexual. Algo tan simple como unas letras pueden suponer de mucho para un transexual, pues es lo que le define, su identidad, y que algunas veces acaba suponiendo una lucha para ser alcanzado tal cambio en el registro.

Años atrás no podía solicitarse el cambio de nombre hasta no haber pasado por cirugía genital, pero actualmente sí es legal tras la aprobación de la Ley reguladora de rectificación registral de la mención relativa al sexo de las personas en 2007. Eso sí, la persona solicitante debe ser mayor de edad (y con capacidad para hacerlo) y tener la nacionalidad española.

Te dejo este vídeo donde la modelo transexual Geena Rocero realiza una charla TED realmente muy interesante, en la que reivindica el apoyo a los jóvenes transexuales de todo el mundo.

El Día Internacional del Orgullo LGTB: el deseo de la dignidad

El día del Orgullo LGTB se celebra el día 28 de junio, conmemorando a los disturbios ocurridos en Stonewall (Nueva York) en el 1969, donde se produjeron manifestaciones violentas contra la policía, debido a las continuas redadas policiales en locales en busca de homosexuales.

Esta festividad o evento que se celebra este día abandera que nadie debe sentirse mal ya sea por lo que es, ni por su sexo, orientación sexual o identidad sexual. Es una oda a la autoestima, al amor propio. (Aquí tienes un documental sobre los disturbios de Stonewall).

Pertenecer al colectivo LGTB hoy en día no es tan raro como hace unos años, pero todavía sigue habiendo una cierta homofobia y LGTB fobia que no les ayuda a avanzar y a normalizarlo. Lejos quedó la creencia de que ser homosexual o bisexual sea una enfermedad (aunque algunos sigan manteniendo y propagando que así lo es, incluso recetando remedios para “curarlos”).

Muchos son los que apoyan festividades como el Europride, de hecho, el de Madrid es el más relevante de toda Europa con casi millón y medio de asistentes cada año. En cambio, hay otros que consideran que marchas como éstas eliminan el deseo de normalidad e igualdad que pretende conseguir el colectivo de cara a la sociedad.

Sea cual sea la postura, expresar la forma de ser de cada uno hace ensalzar la autoestima y alejar los problemas que puede derivar el no aceptarse o la baja autoestima.

Petición de igualdad y tolerancia para el colectivo LGTB

Para terminar este artículo, me gustaría hacerte llegar una petición de tolerancia y de lucha por la igualdad de derechos de todas las personas, tengan la orientación sexual que tengan.

Ya quedó atrás la creencia de que la homosexualidad o la bisexualidad es una enfermedad. ¡Si incluso el psicoanalista Sigmund Freud confirmó que la homosexualidad nada tiene que ver con el vicio o la degeneración! (Y para los conocedores en psicología sabrán por qué hago referencia a este psicólogo y su relación con la sexualidad). Freud escribió esta carta a la madre de un joven homosexual donde desmentía una posible enfermedad.

Otro que desmiente la homosexualidad como trastorno es Alfred C. Kinsey científico quien, junto a sus colaboradores, comprobó que sólo una pequeña minoría de la población con la que investigó era totalmente heterosexual u homosexual (5-10%), al resto se les consideraría bisexuales con mayor grado de preferencia por uno de los sexos. (Si te parece interesante y sientes curiosidad sobre estos datos, puedes ver la película Kinsey).

Además de estos referentes, la misma APA (Asociación Americana de Psicología) y la OMS (Organización Mundial de la Salud) rechazan que la homosexualidad sea una desviación sexual.

Investigaciones en el campo de la endocrinología, la genética y la neurobiología han descubierto que los factores biológicos tienen una gran carga en la orientación sexual. La homosexualidad o la bisexualidad no es un simple producto social, hay biología tras ellos.

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Incluso podemos encontrar casos en la naturaleza de homosexualidad. Como en el caso de los bonobos, quienes conciben las prácticas sexuales entre ellos (independientemente del sexo de los dos individuos) como actos de socialización y evitación de conflictos.

Para los que temen por el futuro de la familia o ven a la homosexualidad como una amenaza a la familia nuclear o tradicional, argumentar la posibilidad de convivencia entre todos los modelos de familias posibles.

A día de hoy, una familia nuclear no es la única opción y tampoco nunca lo ha sido. A lo largo de la historia, ha habido muchas familias monoparentales debido a viudedad o divorcios (o por mil causas más) y la descendencia de esas familias no tienen por qué estar dañadas o tener problemas en el futuro.

Muchos tienen miedo (infundado) de pensar que los hijos dentro de una familia homosexual van a ser también de esta orientación sexual por el simple hecho de observarlo en casa. El caso es que, como hemos dicho durante todo el escrito, la homosexualidad no es resultado del aprendizaje o algo puramente social, por lo que esos niños podrían ser perfectamente heterosexuales.

De hecho, los niños nacidos en hogares homosexuales se criarán bajo una educación de tolerancia y respeto hacia las diferencias y podrán ser ciudadanos ejemplares que podrán vivir en armonía con el resto de individuos (en ningún momento quiero dar a entender que en una familia nuclear no se fuera a dar, ni mucho menos).

En lo que respecta a los transexuales, aclarar que no se trata de un capricho de un niño o una niña por llamar la atención, ni se trata de “enfermos mentales” que quieren travestirse, desgraciadamente son personas a las que la biología les ha jugado una mala pasada y, aunque nos parezca complicado de creer, la realidad es esa: son personas atrapadas en cuerpos que no les corresponden.

Simplemente quitémonos todos esos prejuicios que tenemos por el hecho de desconocer y abramos los ojos y nuestras mentes en lo que respecta al colectivo LGTB. No todo lo diferente es malo, de hecho no sabes hasta qué punto puede llegar a ser bueno.

Para más información, te dejo estas páginas web:

www.felgtb.org

www.lambdavalencia.org/es/

María Cartagena

La psicología ha sido desde el principio una devoción sin la que no imagino mi vida ni la de los demás, puesto que es algo que siempre nos ha acompañado, nos acompaña y lo hará en un futuro. La Psicología es la ciencia que estudia al ser humano con unos ojos científicos, pero con un “alma” pasional.

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