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La emoción del miedo

El miedo en sí es una emoción básica que actúa como respuesta natural de nuestro cuerpo en respuesta a un peligro. Habitualmente se describe como una sensación desagradable que atraviesa el cuerpo y nos hace sentir mal, por norma general provoca malestar.

Es una emoción difícil de controlar y que puede provocar diferentes reacciones, algunas tan diversas como la parálisis o ataques de ansiedad. El miedo tiene distintas fuentes de origen posibles. Se puede deber a algo que pasó, que está sucediendo o que podría pasar.

¿Por qué se tiene Miedo?

En primer lugar cabe conocer que el miedo en si mismo es saludable. Aunque parezca mentira, el miedo fue, es y será necesario para el ser humano porque da la opción de  evitar algo peligroso o doloroso, ya que es un mecanismo de defensa que nos ayuda a la hora de mantener la vida, es una magnífica herramienta de supervivencia.

Imaginad que de repente os quitan la capacidad de sentir miedo, un día os acercaréis a una vía de tren por la que está a punto de pasar el metro o tren y el cerebro no os avisara del peligro de la situación, posiblemente moriríais.

La función del miedo es activar una serie de impulsos ante el peligro dándonos la posibilidad de responder con mayor rapidez y eficacia ante las adversidades. Si nuestros antepasados no hubieran experimentado miedo probablemente hoy nosotros no estaríamos aquí. Podemos afirmar que somos los hijos de padres que tuvieron miedo, al menos el suficiente para continuar con vida.

Hay que tener en cuenta que el miedo se alimenta de:

  • Los estímulos temidos: estar en algún tipo de situación social que nos produce miedo.
  • Ansiedad anticipatoria:i maginar las situaciones que podrían suceder y sentir el miedo antes de que ocurra.
  • Evitación: estas conductas constituyen salidas rápidas ante la situación que incomoda, sintiendo alivio inmediato, pero a largo plazo, harán que se sienta más miedo la próxima vez.
  • Los pensamientos negativos que nos decimos a uno mismo/a: “pareceré tonto/a”, “debería hablar pero no se me ocurre nada”. “estoy haciendo el ridículo”,  etc.
  • Falta de práctica en comunicación verbal: no estar acostumbrado/a a hablar en público.
  • Profecía auto-cumplida:Si hemos tenido experiencias negativas anteriormente, pensamos que la siguiente será igual o peor, con lo que esta creencia nos induce a estar más ansiosos la próxima vez. Con ello, volvemos a alimentar el temor para la siguiente ocasión.
  • Rumiar lo sucedido: creer que no se ha sabido actuar con soltura y pensar en las cosas que deberíamos haber dicho o hecho puede generar desasosiego.

También cabe destacar que existen miedos irracionales, como el temor a lo que no existe, lo cual es producto de la imaginación, como en el caso de los monstruos en niños pequeños. Es realmente curioso ver que esta emoción no siempre es el espejo de algo real pero sigue actuando sobre nosotros de la misma forma.

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Las fobias

Las fobias se explican por este miedo irreal a cosas que en realidad no entrañan peligro para el sujeto que lo teme.

Fobia es un término que proviene del griego (phobos) y su aplicación está vinculada al miedo. Las fobias son un trastorno psicológico que tiene una amplia incidencia en la población mundial. Una de cada veinte personas, aproximadamente, padece una fobia de uno u otro tipo.

Un miedo y una fobia se diferencian en que las segundas son irracionales. En la fobia se observa que el miedo es desproporcionado con respecto al peligro al que la persona se expone y lleva a evitar la situación temida, provocando que el temor aumente y coja fuerza.

 En cambio, en el miedo la persona asume una actitud atenta y de cautela frente a los peligros; el miedo ayuda a estar atentos y en alerta cuando hay un peligro real, en vez de interferir en ella de manera negativa.

Hablamos de fobias cuando la intensidad con la que experimentamos el miedo frente a los distintos peligros es:

  • Injustificado (por la objetividad del peligro).
  • Inoportuno (no lo sentimos en el momento apropiado).
  • Desmesurado (sentimos más de lo que deberíamos).
  • Interfiere nuestra vida diaria de forma innecesaria, y reduce nuestra capacidad de acción y disfrute.

Tipos de fobias más habituales

Estos son los tipos de fobias más conocidas:

  1. Fobias comunes.
  2. Fobias sociales.
  3. Fobia a los animales.
  4. Fobias infantiles.
  5. Fobias raras o fobias sorprendentes.
  6. Otras fobias.

1. Fobias comunes

Las fobias específicas afectan aproximadamente a 6.3 millones de adultos estadounidenses, y son el doble de comunes en las mujeres que en los hombres. Las causas de las fobias específicas no se saben con claridad, aunque hay alguna evidencia de que se desarrollan en el entorno familiar. En concreto, suelen aparecer primero durante la infancia o adolescencia y tienden a continuar en la madurez. A continuación detallaremos las fobias más comunes.

Claustrofobia

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¿Qué es la claustrofobia?

Las personas con claustrofobia se caracterizan por sentir un miedo intenso a situaciones que se relacionan con espacios cerrados: habitaciones pequeñas, cerradas o sin ventilación, sótanos, túneles, ascensores, al metro, etc.

En general, estas personas experimentan temor en cualquier situación que implique cierre, restricción o confinamiento. El Manual diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-IV, APA, 1994) clasifica esta fobia dentro de los Trastornos de ansiedad como una Fobia Específica, es decir, un miedo intenso y específico a situaciones y objetos concretos.

Cuando la persona se enfrenta a ese objeto o situación experimenta ansiedad intensa de forma inmediata. Además, tiende a evitar la situación fóbica, aunque reconoce que el miedo es excesivo o irracional.

Componentes de la claustrofobia

La claustrofobia incluye dos componentes (Rachman, 1997):

  • Miedo a la restricción. Los espacios cerrados pueden suponer una limitación de movimientos, la persona indica “sentirse atrapada”.
  • Miedo al ahogo. La persona manifiesta una sensación de falta de aire, de asfixia.

La persona con esta fobia no teme la situación en sí misma, sino las posibles consecuencias negativas de estar en ese sitio. La mayoría de los espacios claustrofóbicos conllevan un riesgo de quedarse encerrado (por ejemplo en un ascensor) y una restricción de movimientos (por ejemplo un avión), por lo que se suelen sentir muy vulnerables en este tipo de situaciones.

Este miedo incontrolable no se debe a las características del espacio en sí, porque sea oscuro o pequeño, sino a pensamientos irracionales sobre las consecuencias catastróficas que la persona imagina que puede sufrir en dichos ambientes.

Asimismo, puede que también aparezca ansiedad anticipatoria, esto es, mucho antes de que la persona tenga que enfrentarse a la situación temida, ya aparecen sensaciones corporales y pensamientos perturbadores.

Causas de la claustrofobia

Entre un 2 y un 5% de la población general sufre claustrofobia. Su inicio se asocia normalmente con haber vivido una experiencia desagradable en un espacio cerrado (por ejemplo, quedarse encerrado en un ascensor).

La mayoría de personas claustrofóbicas saben que no están en peligro cuando se exponen a dichas situaciones, sin embargo, sufren un miedo que puede llegar a  incapacitarles, y muchos no saben por qué.

La causa exacta de la claustrofobia es desconocida, aunque hay teorías. La aparición de la claustrofobia se ha atribuido a muchos factores, incluyendo:

  • Reducción en el tamaño de la amígdala derecha. Se necesita la amígdala para el condicionamiento del miedo, o la creación de una respuesta de lucha o huida cuando un estímulo se asocia con una situación grave. Un estudio realizado por Fumi Hayano encontró que la amígdala derecha fue menor en los pacientes que sufren de trastornos de pánico.
  • Experiencia traumática en la infancia. A menudo la claustrofobia se presenta como una consecuencia de una experiencia traumática en la infancia, aunque el inicio puede llegar en cualquier punto en una vida.
  • Información aprendida: muchas personas, especialmente los niños, aprenden quién y qué temer al ver a los padres o compañeros. También se puede adquirir indirectamente, por recibir información sobre experiencias desagradables en espacios cerrados o ver a alguien pasar por una experiencia de este tipo (Rachman, 1997).
  • Predisposición genética: Como Erin Gersley dice en “Fobias: Causas y tratamiento”, los seres humanos están genéticamente predispuestos a tener miedo de las cosas que son peligrosas para ellos.  La adquisición de la claustrofobia puede ser parte de un mecanismo de supervivencia evolutiva, un temor a ser atrapado, que alguna vez fue importante para la supervivencia de la humanidad y puede ser fácilmente despertado en cualquier momento.

Síntomas de la claustrofobia

Se puede reconocer que una persona sufre claustrofobia si presenta algunas de las siguientes conductas:

  • Al entrar a un cuarto, comprueba dónde están las salidas, situándose cerca de ellas y se siente incómodo si las puertas o las ventanas están cerradas;
  • Evita conducir o entrar a un automóvil durante la hora punta de tráfico o por lugares muy transitados;
  • Evita usar el ascensor y escoge las escaleras, aunque sean muchos pisos;
  • En un evento lleno de gente, elige situarse cerca de las salidas o dónde suele haber menos gente;
  • Siente pánico si se cierra una puerta en la habitación donde está o se bajan del todo las persianas.

Los síntomas pueden incluir:

  • Sensación de falta de aire.
  • Sudoración.
  • Latidos acelerados.
  • Falta de aliento o hiperventilación.
  • Temblores.
  • Dolores u opresión en el pecho.
  • Aturdimiento o desmayos.
  • Náuseas.
  • Mareo.
  • Sensación de  pavor, terror, pánico.
  • Sensación de muerte inminente.

La ansiedad provoca dos reacciones: en el plano psicológico y fisiológico; ambas áreas cursan de forma que mientras más nos preocupamos, más adrenalina liberamos y, mientras más palpitaciones percibimos, más nos preocupamos. De esta forma se crea un círculo vicioso del cual solo se puede salir si tomamos el control de la situación conscientemente.

Consejos para prevenir la claustrofobia

Para aquellos que se han visto involucrados en un espacio cerrado, donde se sufren altos niveles de ansiedad y pensamientos catastróficos del tipo “me falta el aire” o “si entro ahí me muero”, hay que recordarles que es algo que se puede aprender a superar.

Además, es conveniente que la persona que sufre claustrofobia, siga también las siguientes recomendaciones para prevenir el problema:

  1. Antes de entrar en un espacio cerrado, párate y respira profundamente.
  2. Cuando te sientas tenso/a en un espacio cerrado, centra tus pensamientos en visualizar mentalmente imágenes agradables previamente entrenadas.
  3. Si vas acompañado o hay otras personas en el lugar que te genera ansiedad, habla con ellas de cualquier tema, por muy banal que sea.
  4. Si tarda mucho en abrirse la puerta, o empieza a subir el calor en el lugar donde te encuentras, recuerda qué es lo que vas a hacer una vez que llegues a tu destino.
  5. Para coger confianza con las situaciones temidas, cuando te enfrentes a ellas es conveniente que, al principio, vayas acompañado de una persona conocida que te transmita tranquilidad, ya sea un familiar o un amigo.
  6. Para que te sientas más tranquilo/a en dichas situaciones, introduce el número de los bomberos o de urgencias en tu teléfono móvil. Con esto, ganarás en confianza al saber que pueden llamar si lo necesitan.

Agorafobia

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¿Qué es la agorafobia?

El término “agorafobia” ahora tiene un significado mucho más amplio que el que tenía antes, donde implicaba sólo el miedo a los espacios abiertos. En la actualidad, abarca desde el miedo a dichos espacios como el miedo a las multitudes y a la dificultad de escapar rápidamente hacia un lugar seguro.

La palabra por lo tanto, se refiere a un grupo de fobias que giran en torno a salir de la seguridad del hogar, de la zona de confort de la persona. Este es probablemente el trastorno fóbico que más incapacita.

Aquellos que sufren agorafobia pueden llegar a no salir de casa completamente, afectando de esta forma su vida. Dejan de realizar incluso labores cotidianas como ir al supermercado o llevar los niños al médico, llegando en algunos casos más extremos a “encerrarse” en su casa

Hay que diferenciar la Agorafobia de la Fobia a los espacios abiertos. Éste último se define como el miedo a caerse o a los espacios abiertos en ausencia de apoyo visual cercano, con lo que caminan cerca de la pared por temor a caerse o temen las señales de espacio y profundidad al conducir.

 Síntomas de agorafobia

  • Mareo.
  • Caída.
  • Despersonalización.
  • Desrealización.
  • Sensación de pérdida del control
  • Molestias cardíacas.
  • Desorientación.
  • Debilidad muscular en brazos y piernas.
  • Sensación de desprotección.

Componentes de la agorafobia

En la agorafobia pueden distinguirse varios componentes:

Conductas de seguridad o evitación

Las personas que sufren agorafobia evitan situaciones que le provocan temor por las reacciones que éstas suelen desencadenar. Existen una gran variedad de situaciones temidas y cada persona tiene las suyas propias. Todas ellas relacionadas por las sensaciones que desencadenan o por la asociación a una experiencia negativa pasada.

Algunos ejemplos comunes son: cines y teatros, supermercados, grandes almacenes, ascensores, viajar en autobús, tren, coche, avión o barco, andar por la calle,  estar lejos de casa, etc.

Estas conductas tienen la finalidad de prevenir la posible catástrofe que el paciente imagina en su cabeza. ¿Cuál es el problema de las conductas de seguridad? Que solo funcionan a corto plazo.

Si la persona, cuando nota de nuevo estos síntomas, ingiere un ansiolítico o sale de la situación, verá que esas sensaciones tan desagradables descienden. Así, la huida, supondrá un refuerzo negativo que hará que en el futuro esta persona actúe de la misma forma.

Las conductas defensivas

Hay que tener en cuenta que dichas situaciones mencionadas anteriormente, no siempre se evitan, sino que se pueden afrontar con ansiedad y/o con conductas defensivas para prevenirlas. Esta forma de enfrentarse a nuestro temor, produce un alivio inmediato pero contribuyen a mantener el problema.

Algunos ejemplos de conductas defensivas: Tomar medicación, fumar, ir acompañados por alguien de confianza, beber alcohol, comprar a ciertas horas, moverse por lugares cercanos a hospitales o centros médicos, etc.

Miedo al miedo.

Cada vez que una persona con agorafobia se animan a salir al exterior, se puede llegar a sentir asaltados por la idea de que en cualquier momento, llegará un ataque de pánico o una crisis de angustia, estará sola y podría ser que nadie la auxiliara.

Y en el caso de ser ayudada, podría surgir el sentimiento de vergüenza o sentimiento de debilidad. Todo esto, provoca que se evite pasar por dicho malestar a toda costa.

La ansiedad anticipatoria

Es una expectativa o anticipación de que ocurrirá un ataque de pánico o una ansiedad elevada juntamente con la tendencia a temer las sensaciones corporales relacionadas con la ansiedad.

Esto provoca que se acabe evitando la situación a la que se iba a exponer o estar en esa situación con un gran malestar pudiendo llegar a huir de ésta.

Ataques de pánico o síntomas similares

La gran mayoría de las personas que sufren agorafobia informan tener o haber tenido ataques de pánico. Éste consiste en un intenso miedo, terror o malestar acompañado frecuentemente con una sensación de peligro o catástrofe inminente y de un impulso a escapar.

Los síntomas en un ataque de pánico más frecuentes son: palpitaciones, mareo, dificultad para respirar, sudoración, temblores, el miedo a volverse loco o a perder el control y la despersonalización (extrañeza de uno mismo)  y desrealización (irrealidad).

Los ataques de pánico varían considerablemente de una persona a otra. Difieren en frecuencia de los ataques, la intensidad, la duración, en las reacciones somáticas, los pensamientos asociados y/o circunstancias.

La mayoría de las personas que sufren agorafobia la padecen después de tener uno o más ataques de pánico, lo que los hace preocuparse por volver a tener un ataque, así que evitan los lugares donde puede volver a suceder.

Causas de agorafobia

A día de hoy, no hay una explicación única para justificar la aparición de la agorafobia. Sin embargo, sí existen un conjunto de factores que, por separado o en interacción, pueden explicar su presencia:

  1. Experiencias directas y traumáticas de miedo intenso: aunque no todas las agorafobias se asocian a episodios de crisis de pánico, cuando estas se dan en un determinado lugar o situación, es muy probable que dichas circunstancias condicionen posteriormente sentimientos de miedo y resulte difícil romper esa asociación. En ocasiones, más que una crisis de pánico, la experiencia traumática puede ser
  • Un desmayo.
  • Una sudoración muy intensa.
  • Un momento de asfixia.
  1. Situaciones laborales o interpersonales difíciles: ambas pueden ser precursoras de la generación de un cuadro agorafóbico.
  2. Procesos de interpretación erróneos: En ocasiones podemos interpretar erróneamente ciertos peligros del entorno y atribuimos nuestras sensaciones a la situación externa que estamos viviendo. Un ejemplo, podemos sufrir un mareo en la calle debido a una bajada de tensión y no por la cantidad de gente que pueda haber en ese momento en la calle.
  3. Determinados rasgos de la personalidad: las personas con más sensibilidad a la ansiedad, poca asertividad, miedos o las más retraídas socialmente pueden estar más predispuestas a sufrir agorafobia.
  4. Vulnerabilidad genética y preparación evolutiva: en algunos casos, se ha especulado con la posibilidad de que determinadas personas tengan genéticamente mayor predisposición a desarrollar este trastorno, especialmente en aquellas situaciones que, por razones evolutivas, puedan representar más peligro para la especie humana (volar, estar encerrado, estar rodeado de una multitud, etc.).

Por último comentar que los síntomas propios de la ansiedad, seguramente sean debidos a haber soportado demasiadas adversidades en la historia de su vida. Es como si se tratase de una olla a presión, que ha acabado explotando, mandándole el mensaje a la persona de que es hora de parar un poco y retomar el equilibrio y la paz interior.

Amaxofobia

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Ponerse al volante de un vehículo es para muchos un placer, para otros una necesidad, pero para una parte de los conductores supone un momento aterrador. Decir que se tiene miedo a las serpientes, a volar o a los espacios cerrados puede sonar normal, pero ¿qué ocurre si es conducir lo que provoca miedo?

Según el estudio del Instituto MAPFRE de Seguridad Vial, en España más de 8,5 millones de personas reconocen tener miedo a conducir en circunstancias como el mal tiempo, atascos o de noche. Esto supone que el 33% de las personas que tienen carné de conducir se siente angustiada al ponerse al volante.

El miedo también tiene grados, y mientras a unos no les deja disfrutar de la conducción a otros directamente les impide ponerse al volante. Más de un millón y medio de personas padecen Amaxofobia, es decir, tienen un miedo irracional a conducir.

¿Qué es la Amaxofobia?

La Amaxofobia o fobia a conducir se refiere a un miedo intenso o irracional ante la situación de conducir un vehículo o ante la anticipación de esta situación temida. La palabra Amaxofobia deriva de las palabras griegas amaxo (carruaje) y fobia (miedo).

Esta fobia hace que el conductor sufra una inquietud permanente y desproporcionada, desde antes de ponerse al volante, y puede permanecer durante toda la acción de conducir.

Tener un poco de miedo a la conducción puede ser normal e incluso beneficioso para el conductor, ya que, teniendo algo de miedo a la carretera puede evitar llevar a cabo acciones temerarias y estar atento a situaciones adversas.

El problema radica en el nivel del miedo, y es que, las personas que sufren Amaxofobia, sufren un exceso de ansiedad que no pueden controlar y que sólo logran evitar prescindiendo del coche.

 Existen tres componentes que ayudan a definir la fobia a conducir:

Nivel Cognitivo

La persona tiene pensamientos catastrofistas relacionados con sufrir un accidente, experimentar ansiedad, o  perder el control.  En definitiva, miedo a morir y/o provocar la muerte o daño a otros.

Nivel Emocional o Fisiológico

La persona experimenta ansiedad, inseguridad, tensión muscular, rigidez, aumento del ritmo cardíaco, sudoración, náuseas, diarrea, mareo, sensación de flojedad en brazos y/o piernas, visión borrosa, etc.

Nivel Conductual

La persona evita conducir o conduce sólo si se dan algunas circunstancias específicas: conducir acompañada, conducir sólo por algunas vías, llevar medicación, conducir a baja velocidad, hablar por teléfono para distraerse de los pensamientos negativos y tranquilizarse, etc.

¿Cómo funciona el Miedo a Conducir?

En el miedo se pueden distinguir tres elementos:

  • Pensamiento → Percepción de peligro (real o imaginario).
  • Sentimiento → Ansiedad (síntomas físicos y psíquicos).
  • Comportamiento → Huir/Evitar.

La Amaxofobia puede derivar de haber vivido un accidente de tráfico, malas experiencias de aprendizaje o la falta de experiencia en la conducción. La edad media de aparición del problema se da en torno a los 30-40 años y, dentro de este colectivo, un 75% son mujeres.

 Según el II Informe sobre Amaxofobia elaborado por la Fundación Mapfre, la mayoría de afectados por Amaxofobia, tiene el carné de conducir desde hace más de 15 años, no conduce con frecuencia, y reconoce que comenzó a tener miedo a ponerse al volante a los pocos años de obtener el permiso.

Según un estudio de ACTITUDES realizado en 2010, en España el 54% de conductores sufren diferentes niveles de ansiedad cuando conducen, el 22% de conductores presentan niveles elevados de ansiedad y el 4% muestran síntomas de Amaxofobia.

También es importante resaltar que el miedo afecta de forma diferencial a conductores expertos y noveles. El miedo podría ser beneficioso para el conductor novel porque le hace más precavido y presta más atención a la conducción. Sin embargo, tiene el efecto contrario cuando afecta a los conductores expertos.

Ciertas condiciones pueden agravar este miedo como: conducción bajo factores climatológicos adversos, condiciones de tráfico denso, circulación nocturna, la responsabilidad de llevar ocupantes en el coche, etc.

Consecuencias de la amaxofobia

La situación que más se suele dar es evitar la situación temida. Esta conducta de evitación (no conducir), es reforzada por el alivio o sensación placentera que la persona siente cuando se aleja de los estímulos temidos (vehículos, vías, lugares, etc.), siendo éste, uno de los motivos principales por el que las fobias se mantienen en el tiempo y se intensifican.

La persona con fobia a conducir tiende a subestimar su capacidad de enfrentamiento a las situaciones temidas, y a pensar catastróficamente acerca de las posibles consecuencias negativas que pueden ocurrir.

La gravedad de la fobia a conducir varía en función de la incapacitación o dificultades que ocasiona en la persona y del grado de malestar experimentado por ésta.

Hay personas que evitan la mayoría de las situaciones relacionadas con la conducción, y hay otras que sólo muestran dificultad en determinadas situaciones (conducir por autopista, pasar por un túnel, conducir solo/a, salir de su zona conocida o de seguridad).

El miedo a conducir puede  interferir significativamente en la vida de la persona afectada, causando consecuencias negativas como: rechazar trabajos en los que se requiere conducir, depender de otra persona para desplazarse, no sacarse el carné de conducir o no hacerlo servir.

Este problema, en ocasiones, provoca en la persona que lo padece  un deterioro de su autoestima, llegándose a sentirse frustrado, incompetente e inferior.

Causas de la Amaxofobia

Existen muchas causas que pueden desencadenar en que un conductor sea amaxofóbico, pero las más comunes son:

  • El estrés postraumático a consecuencia de haber sufrido o presenciado un accidente de tráfico grave. También que un familiar o allegado lo haya sufrido o incluso fallecido en dichas circunstancias.
  • Tener una formación al volante deficiente o conducir sin continuidad, por lo que no tiene suficiente confianza para coger el coche y sufre sensación de falta de control e inseguridad.
  • Problemas de estrés, ansiedad o autoestima que se manifiestan a la hora de ponerse al volante del vehículo.
  • Aprendizaje vicario: miedos inculcados por otras personas como los familiares, amigos, reportajes o noticias sobre los accidentes de tráfico.
  • Crisis de ansiedad en el coche: experimentar ansiedad en el coche debido a algún factor que, originariamente, no tenía ninguna relación con la conducción (problemas laborales, familiares, económicos) pueden propiciar el desarrollo de una fobia a conducir y asociar la conducción con ansiedad.
  • La inseguridad y el miedo a encontrarse con una situación peligrosa al volante, unido a la posibilidad real de tener un accidente, hacen que el miedo se convierta en una fobia.
  • Podemos destacar vías en las que no se pueda ejecutar una respuesta de huida en caso de sentir angustia (como las autovías o grandes avenidas), ir a una velocidad por encima de los 100km/h o el circular por carreteras sin arcén, con poca visibilidad o desconocidas para la persona.
  • Por último, no hay que olvidarse de los viaductos o puentes, los túneles y las pendientes pronunciadas, donde puede existir combinación de la fobia a conducir con otras fobias.

Síntomas de la Amaxofobia

Se suelen distinguir 2 niveles de Amaxofobia según el nivel de miedo del conductor.

  • Amaxofobia paralizante: que impide a la persona ponerse al volante del vehículo pese a tener permiso de conducir.
  • Amaxofobia no paralizante: aquella que no llega a paralizar al conductor pero que le produce sensación de tensión en casos concretos como pueden ser los atascos, las autopistas o la niebla, por ejemplo.

Los síntomas más comunes en el miedo a conducir son:

  • Ansiedad anticipada, días y horas antes de conducir.
  • Palpitaciones.
  • Sudoración en manos.
  • Taquicardias.
  • Respiración agitada.
  • Temblor de extremidades.
  • Malestar de estómago.
  • Dolores musculares o cervicales.
  • Vértigos.
  • Tensión y agarrotamiento muscular.

Algunas características personales que influyen en la aparición de esta fobia son:

  • Antecedentes de trastorno de ansiedad y/o depresión.
  • Alto nivel de estrés.
  • Mediana edad (30-40 años).
  • Baja autoestima.
  • Bajo nivel de tolerancia a la frustración.
  • Gran nivel de auto-exigencia.
  • Alta susceptibilidad al miedo.
Pasos para Superar el Miedo a Conducir

Como en otras fobias, la respuesta de huida-evitación produce que la persona sienta una sensación de alivio inmediato de la ansiedad, que se mantiene por este refuerzo negativo.

Esta respuesta es muy potente y se vive cómo la única posibilidad para hacer frente al problema. Por este motivo esta fobia requiere un análisis de diversos enfoques:

  • Modificar las ideas sobre la amenaza del tráfico y los demás conductores.
  • Cambiar la auto-percepción de competencia por parte de la persona.
  • Suprimir y evitar la respuesta de huida en el tráfico.

Consejos

 Me gustaría indicarte estos consejos a tener en cuenta a la hora de afrontar una situación de pánico mientras se conduce:

  1. Recuerda que las sensaciones de pánico son una forma de reacción exagerada que tiene el organismo frente al estrés.
  2. Estas sensaciones no son perjudiciales ni peligrosas, aunque sí desagradables.
  3. Deja de aumentar el pánico con pensamientos automáticos negativos sobre lo que está sucediendo y sobre lo que podría ocurrir, ya que esto sólo alimenta más el miedo.
  4. Fíjate en las reacciones corporales que está sucediendo realmente a tu cuerpo en ese momento y no en lo que te podría pasar.
  5. Espera y deja tiempo para que el miedo se pase, no luches contra él ni huyas, simplemente acéptalo y siente cómo va desapareciendo a medida que vas teniendo control de la situación.
  6. Observa como el miedo empieza a desaparecer por sí mismo, cuando dejas de tener pensamientos automáticos negativos.
  7. Piensa en el avance que has conseguido hasta ahora, a pesar de todas las dificultades, y en la satisfacción que sentirás cuando lo consigas superar completamente.
  8. Cuando comiences a sentirte mejor, mira a tu alrededor y empieza a planear viajes o trayectos que podrías hacer, sin tener que depender de nadie.

El riesgo al que se vincula la Amaxofobia es real, y es que cuando una persona se pone al volante de un coche se expone a sufrir un accidente de tráfico. Sin embargo, esta fobia se puede superar.

Puede requerir un tiempo y la recuperación puede que no sea rápida (dependen de muchas variables), pero este miedo a conducir se supera reconociéndolo y trabajándolo.

Acrofobia

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¿Qué es la acrofobia?

Es un término que viene del griego akra (altura) y fobia (miedo). Es el miedo irracional y exagerado a las alturas o a llegar a caerse. La acrofobia es un miedo que desarrolla unas respuestas emocionales cuando una persona se encuentra a cierta altura.

Las personas que sufren miedo a las alturas presentan una gran ansiedad cuando tienen que enfrentar situaciones como acercarse al borde de un precipicio o estar en un mirador elevado.

Cuando una persona sufre este problema, suele anticipar que va a estar está en un espacio elevado y experimenta una reacción de ansiedad intensa (falta de aire, palpitaciones, mareo, inestabilidad, etc.).

Debido a esto, normalmente la persona evita estar en lugares elevados. Por ejemplo, no viaja en avión, deja de subir a las atracciones de la feria, deja de visitar lugares

En los casos más graves, cuando el miedo a las alturas se convierte en una fobia, puede generar ataques de pánico en los cuales se experimenta una ansiedad extrema y el impulso irresistible de escapar del lugar.

Diferencia entre acrofobia y vértigo

Aunque aparentemente pueda parecer que son lo mismo, no es así.

Para que hablemos de miedo a las alturas tiene que existir una conducta de evitación, es decir, que dejemos de ir a sitios donde sepamos que tenemos que afrontar cierta altura o practicar ciertas actividades que impliquen también estar elevados y manifestar ansiedad cuando estamos en esas situaciones.

En el caso del vértigo, éste es una sensación de movimiento o giro alrededor de la persona, que puede describirse como mareo. A veces puede ocurrir que tengamos sensación de vértigo cerca de un precipicio o a cierta altura.

 Existen dos tipos de vértigo: el periférico y el central, el primero a causa de un problema del oído interno, mientras el segundo está relacionado con problemas en el cerebro, generalmente en el tronco encefálico.

 Lo cierto es que la acrofobia y el vértigo de la altura guardan relación, pero técnicamente no son lo mismo. En todo caso, el segundo podría considerarse uno de los síntomas del miedo a las alturas.

Causas de la acrofobia

 Las causas del miedo a las alturas, son múltiples. Si bien es cierto que el miedo a las alturas es un miedo evolutivo que forma parte de nuestro instinto de supervivencia y que está presente en otras especies animales, algunas personas son hipersensibles a este instinto de supervivencia y lo tienen hiper-desarrollado. Algunas de las causas son:

  • Sesgos cognitivos. Cuando una persona tiende a pensar en un posible peligro, se desarrolla una sensación de miedo a ese peligro. Cuanto más se incide en ello, más miedo provocará.
  • Experiencias anteriores. Haber experimentado miedo en alguna situación que conllevara una cierta altura, puede desencadenar que la sensación de miedo que se tuvo en esa ocasión aparezca cuando la persona sienta que esa situación pueda volver a darse.
  • Cuadros de vértigo. Cuando se padece esta enfermedad, la persona tiende a evitar lugares con altura por miedo a que provoque vértigo y pueda caerse.
  • Herencia: En algunos casos puede haber un factor hereditario o también una aprendizaje de nuestros o cuidadores padres.
  • Cuestión de instinto: Para algunos estudiosos de este tema, el miedo a las alturas es parte del instinto de supervivencia que como todo mamífero los seres humanos tenemos.

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Síntomas de la acrofobia

Síntomas psicológicos:

  • Preocupación.
  • Temor.
  • Inseguridad.
  • Miedo social.

Síntomas físicos:

  • Aumento del ritmo cardíaco.
  • Aumento de la temperatura corporal.
  • Tensión muscular.
  • Problemas digestivos.
  • Temblores.
  • Mareos.

Consecuencias de la acrofobia

En algunos casos, esta fobia no supone ningún problema en la vida. Por ejemplo, si una persona tiene miedo a subir montañas y no hace montañismo, no pasa nada.

En casos más extremos, puede ser un miedo que dificulte la vida cotidiana, puesto que puede afectar a situaciones tan comunes como subirse en un ascensor, subir escaleras, asomarse a balcones o estar en edificios altos. Por lo que puede reducir drásticamente las actividades del día a día, llegando incluso en algunos casos a no poder salir de casa.

Hemofobia

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¿Qué es la hemofobia?

La hematofobia o fobia a la sangre es una fobia específica que se define como el miedo y la evitación de situaciones relacionadas directa o indirectamente con la sangre.

Está relacionada con la belonefobia (miedo a las inyecciones y agujas) y de la traumatofobia (miedo a las heridas, al daño o lesionarse), ya que estas tres fobias se recogen juntas en el DSM-IV bajo la categoría de “fobia a la sangre-inyecciones-heridas” por presentar una característica que las hace únicas frente al resto de fobias.

Son las únicas que pueden provocar un desmayo a quien las sufre. La fobia a la sangre va mucho más allá de la aprensión natural que muchas personas experimentan ante la visión de la sangre y de las heridas.

La fobia a la sangre puede llevar a las personas que la sufren a evitar actuaciones médicas importantes para su salud (como intervenciones quirúrgicas, transfusiones de sangre, etc.).

Las personas con fobia a la sangre, por lo general, experimentan miedo a su propia sangre y también a la sangre de las demás personas y animales, pudiendo llegar a experimentar reacciones de miedo al exponerse a fotografías, películas y descripciones de la sangre.

La fobia a la sangre no remite espontáneamente sino que tiende a persistir en el tiempo y, al igual que en las crisis de pánico, aparece el miedo al miedo.

¿Por qué nos desmayamos?

Generalmente, se cree que la fobia a la sangre se debe a la idea inconsciente de que, al sangrar, perdemos una parte de nuestro cuerpo. Además existe el miedo a la transmisión de enfermedades por vía sanguínea. La hipótesis del origen de este comportamiento dice que es una respuesta por instinto.

Cuando el hombre primitivo era herido, éste perdía la conciencia como medio de supervivencia con un doble propósito: en primer lugar, generaba la impresión de estar muerto, así otros animales u otros humanos rivales no lo verían como una amenaza.

Por otro lado, al caer la presión arterial y disminuir la frecuencia cardíaca, también se frenaba la hemorragia causada por la herida. En cualquier caso, esto aumentó la probabilidad de sobrevivir y esta respuesta pasó de generación en generación.

El patrón fisiológico de respuesta en la fobia a la sangre es muy distinto al de la reacción de miedo y ansiedad que se da en el resto de fobias y en los trastornos de ansiedad. Mientras que con los otros miedos, la respuesta es enteramente activadora, en la fobia a la sangre se da lo que se denomina respuesta difásica. Se trata de una respuesta en dos fases ante la presencia y/o el recuerdo del estímulo fóbico:

  • Primera fase. Al igual que en las demás fobias, se produce un incremento de la presión arterial y frecuencia cardíaca. También sudoración, nerviosismo, etc.
  • Segunda fase. Se produce una rápida caída de la presión sanguínea y de la frecuencia cardíaca (30-45 pulsaciones por minuto), lo que normalmente suele conducir al desmayo.

La explicación de esta diferencia se basa en que la reacción normal de miedo se da para que el cuerpo pueda huir o luchar ante la situación de peligro, para lo cual su activación aumenta.

Pero en el caso de la fobia a la sangre o las heridas, la cosa cambia, porque el organismo actúa intentando minimizar la propia pérdida de sangre,retirándola de los extremos mediante una disminución de la presión sanguínea. Si la presión arterial disminuye, el riego sanguíneo cerebral es menor y así evita lesiones o desangrarse.

Síntomas de la hemofobia

Los síntomas de la fobia a la sangre varían: algunas personas experimentan una elevada presión arterial y alta frecuencia cardíaca al ver sangre, mientras que otras pueden experimentar la reacción opuesta, con desmayos o bajadas de tensión. Las personas con miedo a la sangre pueden sufrir:

  • Una respuesta cardiovascular, aumento latido cardíaco y presión sanguínea.
  • Desmayos.
  • Ataques de pánico.
  • Náuseas.
  • Mareos.
  • Sensación de repugnancia.
  • Ansiedad anticipatoria, llevando a temer cualquier situación relacionada con la sangre.

Incluso puede desarrollar miedo a objetos asociados con la sangre, tales como:

  • Cuchillos.
  • Agujas.
  • Jeringas.
  • Otros objetos afilados.

Causas de la hemofobia

Aunque no se conoce el mecanismo concreto por el que ocurre el desmayo al ver sangre, según los últimos estudios parece que depende en gran medida de la sensibilidad de los barorreceptores (receptores de tensión arterial en los vasos sanguíneos), y esto a su vez depende de la edad, el nivel de estrés, la hipertensión, el género y el peso.

 Diversos estudios han relacionado la emoción de asco con la fobia a la sangre (Page, 1994; Sandín, 1997). La idea central de esta teoría argumenta que la mera exposición a los estímulos relacionados con la sangre, heridas o daño provocaría una respuesta de asco, lo que llevaría a la aversión, las náuseas e incluso la conducta de escape o evitación del estímulo.

Así, se ha observado que las personas con fobia a la sangre presentan elevados niveles de sensibilidad al asco. La mayoría de las personas acaban condicionando determinados estímulos relacionados con la sangre que fomenta el disparo de su sintomatología al entrar en contacto con ellos y muchos experimentan asco, incluso de manera anticipada (de Jong y Peters, 2007; van Overveld, 2008) (véase Sandín et al., 2008 para más información).

Se conceptualiza la naturaleza de las fobias como la interacción entre diversas variables:

Predisposición biológica

Se considera que existe un porcentaje elevado de carga genética en la fobia a la sangre (entre el 60 y 70%).  Entre otros, interactúan factores biológicos (alteraciones en la anatomía cerebral, en los neurotransmisores, etc.) o constitucionales, como el temperamento que sería ‘el conjunto de pautas reactivas emocionales y autorreguladoras de origen en buena parte innato que se mantienen constantes a lo largo del desarrollo’ (Echeburúa, 1993).

Predisposición psicológica

Esta vulnerabilidad está relacionada con las experiencias vividas por cada individuo, la personalidad, los estilos de afrontamiento, la susceptibilidad a la ansiedad o al asco, etc.

Experiencia

Hace referencia a los factores ambientales dónde destacan las experiencias tempranas, los estilos educativos y otros eventos vitales que han ido guiando a la persona, junto con la base biológica. Además, se incluyen las experiencias directas con el estímulo en cuestión.

También afecta la forma en la que las personas significativas para la persona reaccionan ante la sangre o las heridas (aprendizaje por modelado).

Particularidades del estímulo

No todos los estímulos tienen la misma probabilidad de convertirse en fóbicos. Se considera que aquellos estímulos que representan un peligro real para la vida son los que tienen mayor probabilidad de desarrollar una fobia. (Ej. La sangre es un estímulo que indica que puede haber peligro de desangrarse).

Consecuencias de la hemofobia

La fobia a la sangre puede tener importantes consecuencias para el individuo:

  • Incapacidad de realizarse unos simples análisis de sangre.
  • No proporcionar ayuda a una persona que ha sufrido algún daño.
  • Evitar embarazos en el caso de las mujeres.
  • Posponer las revisiones médicas o tratamientos dentales.
  • Cancelar actividades por considerarlas peligrosas o con riesgo de hacerse daño.
  • Este trastorno suele generar un gran impacto en el patrón educacional, la carrera, la familia, llegando incluso a limitar la capacidad de elección de aquellos que la padecen (Öst, 1992).

Aerofobia

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A pesar de que este miedo parezca poco limitante debido a la baja frecuencia con la que muchas personas cogen aviones, es más habitual de lo que pensamos.

Esta fobia afecta a un número importante de personas en nuestra sociedad, alrededor de un 10% de la población adulta suelen evitar volar en un avión. En muchos casos este miedo puede incapacitar e imposibilitar su utilización en caso de necesidad por motivos laborales, familiares, de ocio o de cualquier otra índole.

¿Qué es la Aerofobia?

La aerofobia o miedo a volar, se define como un miedo persistente, anormal e injustificado a volar en aviones por temor a que estos tengan un accidente o no puedan salir en caso de necesitarlo. Esta fobia afecta muchísimo en la vida de aquellos que dependen de volar ya sea por trabajo o por cuestiones familiares.

La edad media en la que surge esta fobia suele estar en torno a los 27 años. A medida que maduramos nos damos cuenta de lo vulnerables que somos y pensamos más a menudo en qué podría ir mal. Buscamos modos de mantener el control y evitamos situaciones que no podemos controlar.

Según estadísticas del Departamento de Transporte de Documentos de Estados Unidos (“National Transportation Statistics”) de Junio de 1985, el transporte aéreo es veintinueve veces más seguro que la conducción automovilística.

Ante estas estadísticas y sabiendo que el avión es el trasporte más seguro, ¿por qué la fobia a volar en avión es superior a la que presentan otros medios de transporte mucho menos seguros que los aviones? Se puede pensar que el miedo a volar es lógico puesto que el ser humano no vuela, por lo que es considerada una situación antinatural.

Sin embargo, tampoco podemos correr a 120, 200 ó 300 km/hora como lo hace un coche o moto y aún así usamos estos transportes diariamente. Es evidente, que la fobia a viajar en carretera es mucho menor que la de viajar en avión. Pero, ¿por qué?

Esto se debe principalmente a que cuando conducimos, a menudo, nuestra atención está repartida en diversos puntos (pensamos en otras cosas o mantenemos una conversación con otra persona). Además, tenemos muy automatizada la conducción y esto es gracias a una parte de nuestro cerebro llamada amígdala, que vigila lo que está ocurriendo.

Si sucede algo inesperado, ésta libera hormonas de estrés que llaman nuestra atención y nos obligan a concentrarnos en lo que está pasando. En cambio, durante el vuelo toda nuestra atención está focalizada en los síntomas de nuestra ansiedad y en pensamientos negativos.

Sin olvidar que no somos los pilotos del avión, por lo que no tenemos el control del la situación y esto agrava nuestra inseguridad.

A pesar de que sabemos que el avión es el medio de transporte más seguro, el cielo no es un medio natural para nosotros, lo que conlleva a que nos sintamos inseguros e intranquilos.

Además, las noticias de accidentes en aviones suelen ser impactantes porque implica la muerte de la totalidad de pasajeros y tripulantes.

En consecuencia, incluso para aquellos que no padecen un miedo o una fobia a este medio de transporte, les genera cierta inseguridad o molestia.

Causas de la aerofobia

El miedo a volar es una variante de la ansiedad que causa un gran sufrimiento a quién tiene que coger un avión. Puede estar causada por varias otras fobias y miedos:

  • Miedo de espacios cerrados (claustrofobia), como la cabina de un avión.
  • Miedo de alturas (acrofobia).
  • Sensación de no tener el control(ya que no se maneja el avión como ocurre con los automóviles).
  • Miedo de tener ataques de pánico en ciertos lugares, donde el escape sería difícil o embarazoso (agorafobia).
  • Miedo a las turbulencias.Los aviones están preparados para resistir mucho más. Es como quedarse atrapado en un atasco: molesto pero no peligroso.
  • Miedo de volar encima de agua o volar durante la noche.
  • Miedo a morir en un accidente.
  • Ver películas en las que hay accidentes aéreos puede ser un desencadenante en una persona muy empática.
  • Desconocimiento sobre la aeronáutica. La mayoría de las personas, piensan que un avión se sustenta gracias a sus motores y que si falla un motor, el avión puede caer en picado. Esto es falso, un avión puede volar e incluso llegar a aterrizar sin motores gracias a su morfología y la pericia de los pilotos.
  • Las noticias sobre accidentes aéreos también ponen su granito de arena en el miedo a volar.

Síntomas de la aerofobia

Los elevados síntomas que la persona puede llegar a experimentar se pueden plasmar en diferentes áreas:

A nivel del sistema fisiológico

  • Taquicardias.
  • Sudoración.
  • Enrojecimiento.
  • Palidez.
  • Malestar estomacal.
  • Sequedad de la boca.
  • Diarreas.
  • Vómitos.
  • Dificultad para respirar.
  • Temblores.

A nivel del sistema motor

Se producen conductas de evitación o escape. Cuando la persona se ve en la situación temida se produce una intención de evadir el sufrimiento generado por la misma como modo de huida.

A nivel cognitivo

  • Evaluación catastrofista de la situación.
  • Fallos de memoria.
  • Distorsión de la percepción.
  • Irritabilidad.
  • Dificultad para pensar, concentrarse o tomar decisiones.
  • Negatividad y pesimismo.

Consejos para Tener un Vuelo más Agradable

  1. Viaja acompañado: siempre ten a tu lado alguien de confianza para apretarle la mano en los momentos de más tensión (despegue, aterrizaje, turbulencias). No olvides que la tripulación está para ayudarte.
  2. Comparte tus miedos: si llegaras a sentir miedo dentro del avión, puedes compartir lo que sientes con una azafata o acompañante.
  3. Evita el estrés: es recomendable dejar todo preparado para tu vuelo (equipaje, documentación, etc.) algunos días antes y llegar con suficiente antelación al aeropuerto. Así no tendrás que correr a último momento. Trata de dormir bien la noche anterior, así estarás bien descansado.
  4. Cuida tu alimentación: no tomes bebidas que contengan cafeína (café, bebidas cola). Toma mucha agua durante el vuelo, ya que ésta disminuye ligeramente la adrenalina. También es recomendable consumir previamente alimentos con hidratos de carbono, que ayudan a estimular el sueño.
  5. Siéntete cómodo: vístete con ropas cómodas y en caso de usar colonia que sea muy suave.
  6. Saber que el famoso Síndrome de la Clase Turista (trombosis en los miembros inferiores) sólo puede aparecer en vuelos de larga duracióny que evitarlo es muy sencillo: camina y levántate cada cierto tiempo.
  7. Con turbulencias, coloca la almohada, la manta o un abrigo doblado sobre el abdomen y ajusta fuertemente el cinturón de seguridad. Con esto, disminuirá la sensación desagradable de los movimientos gravitatorios y antigravitatorios. Recuerda que la turbulencia no reviste ningún peligro.
  8. Saber que la fila de emergencia es la más cómoda. Conviene sentarse en la parte delantera, zona en la que los movimientos son menos bruscos y el nivel de ruido disminuye.
  9. Evitar los asientos de la ventanilla:de esta manera se evitan estímulos que pueden provocarnos ansiedad (valorar la altura a la que estamos, comprobar que los motores funcionan, etc.)

2. Fobias sociales

Glosofobia

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¿Quién de nosotros no se ha puesto nervioso cuando ha tenido que exponer un proyecto o cuando ha tenido que hablar en una reunión del trabajo? Puede que estas situaciones para algunas personas no supongan problema ninguno pero para otras el simple hecho de pensar que tienen que ponerse frente a un público, se convierte en una situación mucho más que estresante.

¿Qué es la glosofobia?

El miedo a hablar en público (glosofobia), es uno de los miedos más comunes. Lo que lo distingue de otros miedos es el temor a la evaluación negativa de otros.

Es definido como una respuesta desproporcionada ante un estímulo que debemos afrontar. El sistema nervioso autónomo confunde lo que es una preocupación con una amenaza, por ello se tiene a evitar esa situación.

Debemos diferenciar el tener miedo escénico o sufrir fobia a hablar en público. En ambos, la persona siente miedo y nervios antes y durante su exposición, pero las personas que no experimenta la fobia acaban realizándola. Sin embargo, las personas con glosofobia lo que hacen es evitar esa situación.

Aunque pueda considerarse una cuestión puntual, sus consecuencias van desde un bloqueo mental hasta ansiedad, y se reflejan tanto en el rendimiento profesional como en la vida personal. La capacidad para expresarse correctamente y transmitir un mensaje se convierte en algo esencial no solo en las situaciones personales, sino también en las profesionales.

Síntomas de la glosofobia

Si observamos detenidamente, en la glosofobia el miedo no es a experimentar  los posibles síntomas físicos, como pueden ser sudar, temblar, ruborizarse, atascarse, quedarse en blanco… El miedo que sentimos va más allá de eso, es miedo a mostrar miedo. Se trata de una sensación que engloba muchos otros temores sociales como son:

  • Miedo a ser observado o ser el centro de atención.
  • Miedo al rechazo o a ser humillado.
  • Miedo a la crítica.
  • Miedo a no dar la talla.
  • Miedo a cometer errores.
  • Miedo a ser valorado negativamente.

Debemos tener en cuenta que en el caso de las fobias lo importante no es el miedo, sino todo lo que hace la persona para no llegar a tener contacto con ese miedo. Así que diremos que la fobia no aparece con el miedo en sí, sino con la evitación y la cantidad de tiempo que invertimos en evitar.

Las principales características de la glosofobia son:

Excesivo: La persona que lo experimenta, interpreta el hecho de hablar en público como algo amenazante y responde ante él con ansiedad.

Irracional: La persona es consciente de que su temor es desproporcionado e incongruente.

Incontrolable: Las sensaciones de miedo y las manifestaciones de ansiedad aparecen de una forma automática e incontrolable.

Permanente: el miedo de la glosofobia no responde a factores temporales ni a etapas de vida determinadas. Es independiente el contexto y las características de la situación.

Lleva a la evitación: Para poder hablar de glosofobia es necesario que la persona evite, de forma sistemática, la realización de actividades de hablar en público.

Causas de la glosofobia

Aunque no existe una explicación universal, sí influyen tres grandes variables:

  • Una experiencia negativa en el pasado: Haber vivido en primera persona una situación de humillación o vergüenza frente a público o haberlo visto en alguna persona cercana o en televisión, influye en que posteriormente se tenga miedo a recrear de nuevo esas sensaciones.
  • Timidez o introversión. Las personas muy tímidas suelen pensar que lo que tienen que decir no es muy importante, por lo que, además, generan una serie de pensamientos negativos.
  • Falta de confianza. No confiar en las capacidades en uno mismo/a puede llevar a crear inseguridad en ciertas situaciones y provocar miedo a hacerlo mal.

Hay que diferenciar entre la gente que tiene fobia, y directamente no puede hablar en público, y aquellos a quienes hacerlo les provoca cierta ansiedad y cierto estrés. Si no ponen remedio, quienes solo sienten ansiedad pueden llegar a experimentar la fobia.

Pasos para superar la glosofobia

Algunas de las claves para superarla o no llegar a más es:

  1. Enfrentarse al problema. Huir o evitar nunca es la solución porque empeora el miedo. Aquí tenemos dos opciones: la terapia de choque o la terapia de enfrentamiento progresivo. Ambas abarcan el problema, haciendo que la persona se enfrente al miedo en concreto.
  2. Ensaya frente al espejo. Una opción es vernos a nosotros/as mismos/as frente a un espejo mientras realizamos el discurso. No para ver sólo los fallos y creer que lo haremos mal, sino para mejorar ciertos aspectos y resaltar otros. Como el tono, el lenguaje verbal y no verbal o la postura que adoptamos.
  3. Prepárate el discurso. Tener claro qué se va a decir es la mejor forma para combatir el nerviosismo y la inseguridad. Elaborar un esquema con los puntos principales, apoyarse de un powerpoint, tener claro la duración de cada apartado y de la exposición en general, el estilo en el que lo vamos a enfocar, etc.
  4. Aprende a relajarte. Aprender técnicas de relajación no sólo te servirá para momentos en los que tengas que realizar una exposición o una reunión, sino para tú día a día. Es fundamental saber respirar correctamente, porque a través de nuestra respiración podemos controlar nuestros nervios, y con ello, nuestros niveles de ansiedad.
  5. Fije la vista en un punto concreto. Es más fácil hablar con seguridad cuando tienes un receptor en concreto porque recibes feedback. Conectar con el público pasa por mirarles y ver cómo están recibiendo tu discurso. Además, esto te servirá para centrarte en algo externo y dejar de centrar tu atención en aspectos internos que harán que te sientas más nervioso/a. También puede funcionarte, llevar algo en la mano como puede ser un boli o lápiz para canalizar el nerviosismo.
  6. Imagine la situación en positivo. Pensar que va a salir bien es casi una garantía de éxito. Porque cuando visualizas algo, te diriges hacia ello. De esta forma, podremos anticipar que saldrá bien porque tu cerebro ya lo ha “vivido” antes en la imaginación.
  7. No temas a los silencios o comentarios: Si pierdes el hilo de lo que estás diciendo o empiezas a ponerte nervioso, es posible que sientas que ha pasado una eternidad, cuando en realidad solo han pasado unos segundos desde que te has quedado en blanco. Es probable que se forme un pequeño silencio del que puedes salir airoso si sabes la estructura de tu discurso y realizas unas pocas respiraciones profundas para retomar la palabra con tranquilidad.

Lo más importante que quiero que te lleves de este artículo es que tu fobia tiene solución y está en ti que desaparezca o la lleves contigo.  El mejor consejo que puedo darte es que te afirmes en tus fortalezas y capacidades. Ten por seguro que las tienes, pero te falta prestarles más atención y potenciarlas.

 

Fobia social

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¿Qué es la fobia social?

La mayoría de las personas se sienten nerviosas en determinadas situaciones sociales, como tener una entrevista de trabajo, ir a una reunión o dar un discurso. La mayoría nos preocupamos por lo que vamos a decir, hacer o incluso vestir durante eventos como estos.

Estas situaciones, a menudo, se hacen más fáciles cuando se tiene experiencia. Sin embargo, para las personas que tienen fobia social, ciertas situaciones sociales pueden ser muy atemorizantes e incapacitantes.

La fobia social se caracteriza por miedo intenso, persistente y excesivo en situaciones sociales, ante la posibilidad de no desempeñarse adecuadamente, verse en situaciones embarazosas, vergonzantes o humillantes.

Todo ello puede ser debido a la actuación en sí o por reacciones corporales incontrolables como puede ser ruidos en la barriga, ruborización, necesidad de orinar, etc. El comportamiento más frecuente frente a estos miedos es la evitación de las situaciones sociales con las que se asocian.

Las personas que tienen fobia social, por lo general, reconocen que sus miedos no son completamente racionales, pero aun así, les tienen temor a las situaciones sociales. Es posible que hagan lo imposible para evitar ir a algunos eventos.

La edad media de comienzo de la fobia social se sitúa durante la adolescencia (en torno a los 15 años). Es un periodo crítico debido a que durante esta etapa se inicia las relaciones sociales e implica evaluaciones por parte de los demás, ante las que puede responderse con ansiedad.

Normalmente, los adolescentes temen una evaluación negativa y aquellos más vulnerables al estrés, pueden manifestar ansiedad y evitar ciertas situaciones sociales.

Tipos de fobia social

Podemos diferenciar dos tipos de fobia social: la fobia social específica y la fobia social generalizada:

 

  1. Fobia social específica

Lo característico es que las reacciones de ansiedad sólo se desencadenan ante una situación particular. El resto de la vida social de la persona funciona con total normalidad.

Las fobias sociales específicas más frecuentes son las siguientes:

  • Miedo a hablar en público: dar una charla ante una audiencia, hacer una pregunta en clase o intervenir en un debate o conversación. Hasta cierto punto, hablar en público en cualquiera de sus variantes implica un cierto grado de incomodidad. Sin embargo, podemos hablar de fobia social cuando el malestar es muy intenso y la persona no puede hablar correctamente por su elevado nivel de ansiedad.
  • Miedo a comer y beber delante de otras personas, por ejemplo, en comidas de trabajo o compromiso, banquetes, etc.
  • Miedo a estar en público: firmar un documento o un cheque, bailar o tocar un instrumento musical ante gente.
  1. Fobia social generalizada

Se da cuando los temores aparecen en varias situaciones sociales, a excepción de aquellas en las que la persona se relaciona con familiares directos o amigos muy íntimos.

En la fobia social generalizada, se pueden temer situaciones muy cotidianas y en las que ni siquiera hay que hablar, como por ejemplo:

  • Andar por una calle concurrida.
  • Ir en tren o autobús.
  • Entrar en un bar o en una tienda con gente.

En la fobia social generalizada el temor es el mismo que en la fobia social específica: el miedo a ser evaluado negativamente por los demás.

Síntomas de la Fobia Social

Síntomas físicos

  • Sequedad de boca (junto a la idea de que uno se ‘entrecortará, tartamudeará, toserá, no podrá hablar, etc.).
  • Aceleración del ritmo cardíaco (esto puede producir desmayo, mareos, o algún tipo de colapso).
  • Temblores de manos, pies o voz que pueden ser rápidamente observados y delatar el nerviosismo que se siente.
  • Sudor (en las manos o en el cuerpo traspasando la ropa y avergonzándonos).
  • Rubor (angustia + sentimientos intensos de vergüenza).

 

Síntomas mentales

  • Falta de concentración (que nos haga olvidar datos que queríamos decir o desorganice el curso del pensamiento de modo que no sepamos de dónde veníamos o a dónde queríamos llegar).
  • Dificultades de memoria, haciendo que nos quedemos en blanco.
  • Auto vigilancia de uno mismo (especialmente de mis sensaciones corporales).
  • Miedo a ponerme nervioso y que el resto se dé cuenta.
  • Temor a ser evaluado de forma negativa.
  • Miedo a hacer el ridículo.
  • Temor a no saber comportarse socialmente de forma correcta.
  • Temor extremo de conocer a gente nueva.
  • Miedo a manifestar síntomas de ansiedad.
  • Malestar emocional.

Cuando la persona con esta fobia observa la aparición de los síntomas anteriormente mencionados, intenta controlarlos. Cuando se trata de controlar estas reacciones automáticas, lo único que se consigue es empeorar el problema. Por ejemplo:

  1. El temblor aumenta por la tensión muscular que se hace para no temblar.
  2. La voz sale rara y nada espontánea porque está hipercontrolada. Además el control de la voz no deja pensar en lo que se va a decir.
  3. La mirada no se puede controlar del todo, porque mirando a un punto podemos ser conscientes de todo nuestro campo de visión, seguramente lo que no queremos mirar.
  4. Si nos concentramos en buscar algo que decir, perdemos el hilo de la conversación y,
  5. Controlar el gesto nos lleva también a no ser espontáneos.

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Causas de la Fobia social

La reacción que denominamos ansiedad es un proceso natural y, además, adaptativo: garantiza la supervivencia de la especie humana.  Esa reacción se convierte en patológica cuando aparece en situaciones que consideramos como no peligrosas.

Entonces: ¿cómo es posible que una persona desarrolle una fobia social ante situaciones sociales aparentemente inofensivas? La respuesta está en nuestras experiencias.

Cuando una persona sufre ese miedo intenso e inmovilizante es porque ha tenido una serie de experiencias que le han hecho aprender a vivir ciertas situaciones como peligrosas. En algunos casos, el proceso de aprendizaje, más que estar unido a una situación en particular, ha sido el resultado de un gran número de experiencias negativas, frecuentemente espaciadas en el tiempo.

Los estudios demuestran que la fobia social tiene una base genética.  Los familiares de primer grado de una persona con fobia social tienen más probabilidades de sufrir este trastorno si lo comparamos con la población general.

Sin embargo los mecanismos biológicos implicados en sus causas y los mecanismos de producción de sus síntomas son aún objeto de investigación.

Otro aspecto a tener en cuenta es la baja autoestimaque habitualmente se traduce en la creencia de que se poseen menos habilidades que los demás. Además de ser un claro predisponente, es también una consecuencia de la fobia social.

Si nos creemos menos capaces que los demás, fácilmente desarrollaremos la creencia adicional de que hacemos las cosas peor que los demás, lo cual hace más factible creernos la crítica de otros.

La baja autoestima también puede aparecer como consecuencia de la fobia social ya que este trastorno lleva a las personas a aislarse, a vincularse cada vez menos con las demás personas y por consiguiente, a tener menos oportunidades de comprobar de qué son capaces.

¿En qué se diferencia la fobia social de la timidez?

La timidez y la fobia social tienen cosas en común, sin embargo, habitualmente, la timidez es mucho menos agresiva en cuanto a la manifestación de sus síntomas.

En ambos casos se pueden sentir las mismas cosas: ganas de huir, temor, nerviosismo, etc. Pero las diferencia:

  • Intensidad de los síntomas:Cuando se trata de una fobia social los síntomas mencionados anteriormente hacen que la persona evite exponerse a las situaciones temidas. En cambio una persona tímida, puede pasarlo mal, pero eso no impide que se pueda seguir exponiendo sin que eso dañe su salud.
  • Número de situaciones en las que la persona siente malestar: en la fobia social suele ser mayor que en la timidez.
  • El sufrimiento:habitualmente una persona con fobia social sufre la mayor parte del día. Las personas tímidas sufren, pero también disfrutan de las situaciones aunque en ciertos momentos puedan sentirse inapropiados.

Una timidez mal llevada, con el tiempo podría desencadenar en una fobia social. Si la persona tímida se acepta, controla los síntomas, se expone a situaciones que le dan vergüenza y su pensamiento es constructivo, puede ir mejorando hasta eliminarla. En cambio, una persona tímida que empiece a evitar situaciones y tenga pensamientos negativos y destructivos, con el tiempo irá a peor.

¿Consecuencias de la fobia social?

  • Estas personas sufren debido al deseo de relacionarse normalmente sintiéndose muy solas y fracasadas.
  • Les resulta muy difícil conseguir pareja y hacer nuevas amistades, ya que tienen miedo a ser juzgadas.
  • A nivel laboral, algunas personas se ven obligadas a rechazar trabajos que impliquen atender al público, hacer presentaciones ante otras personas, entre otros.
  • Sienten una gran frustración que puede reflejarse indirectamente en forma de desánimo general e irritación descontrolada con su círculo  íntimo.
  • Eliminan aquellas oportunidades que suelen provenir de la actividad social (hacer amigos, participar en equipos, promocionarse en el trabajo, etc.).

Tips para combatir el miedo escénico

A menudo se cree que los miedos y las fobias son para toda la vida, pero no es así. La ansiedad avisa de situaciones en las que se interpreta que hay que defenderse, pero no debería impedir realizar la actividad normal.

A continuación te presento algunos consejos para superar el miedo escénico:

  • Evaluar el grado de impacto que provoca la ansiedad en esa situación y controlarla en la medida de lo posible.
  • Aprender y practicar habilidades para enfrentarse a un público. Cuanto más se practica, más confianza se tiene en uno mismo.
  • Huir o evitar una situación nunca solucionará el problema, sino que lo afianzará.Cada vez que evitas un acontecimiento, a una persona o a una situación, dejas que tu ansiedad social gane.
  • Todo el mundo comete errores, no hay que exigirse la perfección. Hay que tener cierta autoconfianza para que si se cometen, saber rectificar.
  • Prepararse bien es clave. Cuanto más se domine el tema, más capacidad de reacción se tendrá ante los imprevistos y mayor seguridad y firmeza.
  • Visualizar una imagen positiva de la situación,  prepara el terreno y nos predispone a seguir.
  • No pensar que va a salir mal. Hay que tener confianza en uno mismo, en que la situación será propicia y en que se será capaz de salir adelante.
  • Empezar poco a poco, hablando en primer lugar en las situaciones más fáciles (familiares de confianza, vecinos, compañeros de trabajo) e ir incrementando la dificultad del las situaciones temidas.
  • No estresarse si no les agradas a algunas personas. Siempre hay gente a quienes no les agradamos.
  • No desanimarse y aprender a ser paciente, los resultados valdrán todo el esfuerzo y la valentía que tuviste que reunir para ello.

3. Fobias a los animales

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¿Qué es de la Zoofobia?

Existen muchas fobias, y dentro de éstas podemos encontrar el temor a los animales. Puede ser un miedo específico a un animal en concreto como puede ser las arañas, los perros, las palomas, etc. O un temor general a todos los animales.

 Es el caso de la zoofobia. Esta fobia suele presentarse en niños pero muchas veces, si no se trata, se conserva hasta la edad adulta. La zoofobia es un miedo que puede suponer una limitación para la persona que lo sufre, ya que los animales forman parte de nuestra sociedad.

Las personas con miedos patológicos a animales específicos temen estar en presencia del animal temido. El miedo suele aumentar si dicho animal está en movimiento. Lo que desencadena el pánico en estos animales no es la agresividad sino la imposibilidad de controlarlos.

Este miedo a los animales no suele responder a razones reales o racionales por ser causantes de algún posible daño. Más bien se trata de un miedo muy intenso al propio miedo que saben que van a experimentar si se encuentran con el animal temido.

Las personas que temen a los animales, suelen convivir con su miedo, evitando cualquier posible riesgo de encuentro con el animal que temen y solo piden ayuda de un profesional en el que caso de que unas nuevas circunstancias en su vida los obliguen a tener que enfrentarse con más frecuencia a ellos.

Por todo ello, podemos decir que la zoofobia es un miedo irracional y persistente hacia los animales porque no hay una base que fundamente este miedo como real o peligroso.

Dentro de la zoofobia encontramos diferentes fobias específicas referidas a distintos animales.

Tipos de fobia a los animales

Las más habituales son:

  • Cinofobia: miedo a los perros.
  • Ailurofobia: miedo a los gatos.
  • Aracnofobia: miedo a las arañas.
  • Murofobia: miedo a las ratas y los ratones.
  • Apifobia: Miedo a las abejas.
  • Entomofobia: miedo a los insectos

Síntomas de la Zoofobia

Los síntomas más característicos de las fobias a los animales son:

  • Ansiedad ante la presencia de animales.
  • Agitación y nerviosismo.
  • dificultades respiratorias, taquicardias y molestias estomacales.
  • Necesidad de escapar o evitar las situaciones en las que hay animales.
  • Hipervigilancia en situaciones en las que los animales pueden estar presentes.
  • Ideas y pensamientos negativos e irracionales.
  • Evitación de ir a lugares donde puedan estar los animales.
  • Sudor frío.

Causas de la Zoofobia

Las causas de la fobia a los animales pueden ser muy variadas. Algunas de ellas pueden ser:

  • Una mala experiencia: Puede que la persona haya experimentado algún suceso traumático con algún animal durante su infancia o en la etapa adulta. En este caso, la fobia puede limitarse a animales o generalizarse a otras razas y/o especies.
  • Aprendizaje vicario y/o modelado: cuando las personas significativas para nosotros tienen miedo a un animal en particular o a los animales en general, es probable que nosotros adquiramos ese miedo por aprendizaje o porque nos sirven de modelo. Un ejemplo de esto es cuando una madre o padre que van con su hijo se tensan al ver a un animal. El hijo aprenderá que los animales son algo que producen miedo a las personas responsables de sus cuidados y es por ello que adquirirán esta fobia.
  • Los mensajes de peligro que nos pueden dar con respecto al animal: “cuidado con el perro que muerde”, “no te acerques a los gato que son traicioneros”, etc. Si nos envían el mensaje de que los animales pueden ser peligrosos, podemos desarrollar una fobia.
  • Observar o escuchar un ataque de animales: haber leído, visto o escuchado sucesos peligrosos que le han pasado a otras personas con animales puede despertarnos miedo a estos.
  • El asco o el miedo al contagio: algunas personas centran su miedo a los animales en el asco que le producen en sí mismo, en la suciedad o enfermedades que pueden transmitir.
  • Fobias evolutivas: algunas fobias parecen haber sido heredadas por evolución humana. Son fobias que nos protegen como especie, como el miedo a las arañas, serpientes o a las alturas. Tal vez nunca te hayas expuesto (o te vayas a exponer) a una tarántula o una anaconda pero la protección como especie hace que se les tenga pánico por su peligrosidad.

Consecuencias de la Zoofobia

  • Nuestras relaciones sociales, familiares y laborales se pueden ver afectadas. Por ejemplo, si padecemos zoofobia seremos incapaces de llevar a nuestros hijos al parque o al zoo.
  • Al igual que todas las fobias, la zoofobia nos provoca un aumento de nuestros niveles de estrés y ansiedad.
  • Nuestra salud tanto física como emocional se va a ver afectada.
  • La zoofobia, como el resto de fobias, nos crea una sensación de inseguridad además de frustrarnos y disminuir nuestra autoestima.

4. Fobias infantiles

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¿Qué son las fobias infantiles?

El miedo es una de las emociones básicas que tenemos los seres humanos y es un importante componente de valor adaptativo para la especie. Cumple una función de supervivencia en el sentido de apartarle de situaciones de peligro potencial.

Sin embargo, cuando este miedo es desadaptativo (no obedece a ninguna causa real de peligro potencial o se sobrevaloran las posibles consecuencias) el resultado es un enorme sufrimiento por parte del niño que lo padece y sus padres.

El miedo, puede entonces condicionar su funcionamiento y alterar sensiblemente su capacidad para afrontar situaciones cotidianas (ir a dormir, ir a la escuela, estar sólo, etc.).

Una de las características principales del miedo es la dificultad para controlarlo y la imposibilidad de escapar, de ahí que los niños se muestren tan dependientes cuando tienen miedo.

Causas de las fobias infantiles

Cambios o acontecimientos negativos en la familia: discusiones familiares, el nacimiento de un hermano, un cambio de domicilio… hay más posibilidades de que puedan manifestarse esos miedos. Un ambiente tenso o de irritabilidad puede llegar a propiciar que surjan dichos miedos infantiles.

Haber experimentado una situación de miedo: Si el niño ha vivido alguna experiencia negativa dónde ha experimentado miedo, puede que sea el desencadenante.

Por observación: somos el modelo de nuestros hijos y aprenderán según hagamos o nos comportemos. Si el niño presencia que algún ser querido experimenta miedo ante una situación u objeto/animal, también lo desarrollará porque le estamos transmitiendo que es peligroso.

Tipos de fobias infantiles

Miedo a la oscuridad. Este temor, el más frecuente entre los niños, puede ir desde los 2 hasta los 8-9 años. En estas edades, los niños tienen una gran imaginación y pueden creer que en su habitación hay cualquier cosa que piensen. Detrás de este temor también se encuentran otros como la separación de los padres, los ruidos, seres peligrosos, etc.

Para ayudarles, podemos crear un ambiente de juego, acompañándolo durante un rato y hacerle ver que la oscuridad es bonita porque invita a imaginar cosas preciosas.

Se le puede ayudar acompañándolo hasta que consiga dormirse, manteniendo alguna luz encendida que reduzca progresivamente la intensidad o dejando un pequeño piloto. Se ha de intentar que el ambiente para dormir sea lo más agradable posible.

Lo que no debemos hacer es:

  • dejarlos solos llorando en su habitación hasta la mañana siguiente y pensar que ya se les pasará porque con ello confirmamos su temor al abandono.
  • No conviene que los llevemos a nuestra cama ni que nos quedemos con ellos toda la noche porque puede crear una falsa seguridad y dependencia.
  • Gritarles o enfadarnos con ellos porque puede generarles mayor miedo e inseguridad.

Miedo a ir al colegio. Hay una gran cantidad de motivos por los que el niño quiere no ir a la escuela. Desde no querer ir a la guardería/educación infantil por separación de los padres y miedo a lo desconocido hasta tener miedo a repetir algún curso o tras vivir una situación difícil como la pelea o insulto con algún compañero.

Este tipo de miedos, al contrario que los otros que disminuyen con el paso de los años, se acrecientan con la edad.  Aquí entran en juego tanto los padres como los tutores que deben intervenir para solucionar la situación. Por un lado los padres, escuchando al niño y ofreciéndole opciones para que tenga estrategias de afrontamiento y por otro lado, los profesiones enseñándoles habilidades comunicativas e interacción.

 Miedo a la separación: es uno de los miedos más consolidados  en los humanos. Aparece cuando está alejado de las personas de referencia a las que está vinculado, especialmente de la madre. Lo normal es que este temor vaya remitiendo a partir de los 6 años, aunque si se mantiene puede desencadenar en un trastorno llamado “ansiedad de separación”.

Para evitar este problema es fundamental favorecer desde un principio las conductas de autonomía del niño  y delegar los cuidados en otros familiares para que su círculo de seguridad sea amplio. Para iniciar, se puede realizar separaciones breves pero continuas e ir prolongándolas con el tiempo.

Miedo a los animales. Este es uno de los temores más frecuentes entre los niños y la reacción de los cuidadores es fundamental. Si cuando el niño ve a una animal y se asusta, su cuidador lo coge en brazos aunque sea para tranquilizarlo, dicho niño aprenderá que es peligroso y su miedo aumentará.

 En cambio, si se actúa con tranquilidad acercándose al animal o diciendo mensajes positivos cómo ‘¡Mira, qué perro más mono!’, el niño no los cogerá miedo. No es necesario que el niño toque al animal, sino dejarlo que observe y vaya actuando con normalidad. No hay que forzar ninguna situación que no quiera.

Miedo a caer o hacerse daño. Aquí de nuevo la reacción de los padres es fundamental. Los niños son esponjas y aprenden todo lo que ven. Si los padres actúan de forma alarmista ante cualquier actividad que inicie el niño, éste lo notará y cogerá miedo.  A los niños hay que acompañarles en el proceso de aprendizaje pero dejándoles cierta libertad para explorar el entorno.

Miedo al médico. Para algunos niños la visita al pediatra o al dentista puede suponer síntomas de terror: lloros, gritos, malestar general, etc. El niño tiene temor a lo desconocido y al dolor que pueda provocarle la visita. Si no ha sufrido una mala experiencia en el médico, es importante informarle de lo que va a ocurrir.

El objetivo es que el niño tenga un buen concepto del sanitario. Otro refuerzo positivo es prometerle un obsequio tras la visita. Nunca hay que decirles a los niños que si se portan mal les llevarás al médico para que le pinche porque con ellos se incrementa su miedo.

Miedo a las tormentas y a los fuegos artificiales.  Aquí es importante, como en todo, trasmitirles seguridad y tranquilidad, tratando de buscar el enfoque positivo de las cosas. En el caso de las tormentas, podemos acercarnos con ellos a la ventana y contemplar los rayos o la lluvia, contar cuanto tiempo pasa desde el rayo hasta el trueno para hacerle divertido algo que puede dar miedo. En cuanto a los petardos, podemos ayudarle a ir exponiéndose a ellos hasta que consiga tirar algunos (los recomendados para su edad).

Miedo a dormir fuera de casa. A algunos niños les incomoda la idea de ir de convivencias o colonias. El origen de este temor está en la inseguridad debido a la sobreprotección de los padres. Pasar la noche fuera de casa, ya sea en casa de un amigo o de campamentos puede ser una aventura, pero también puede generar miedo a los pequeños.

Para que esto no ocurra, debemos preparar la salida con antelación, haciéndole ver que se lo va a pasar muy bien y que ante cualquier problema, puede llamarnos por teléfono, que el niño tenga seguridad. También podemos ofrecerle algún aliciente, como una fiesta o una cena familiar a su regreso.

Miedo al agua o a nadar.  Este temor suele aparecer tras una experiencia traumática con el medio acuático. No debemos forzar al niño a meterse al agua lanzándolo contra su voluntad. Además, debemos intentar no bromear dentro del agua para evitar así crearle una fobia.

Si no ha vivido ninguna experiencia traumática pero aún así tiene cierto miedo, podemos ayudarle a que pierda el miedo dejando que se meta solo/a y de forma progresiva y con juegos en la piscina o el mar.

Los terrores nocturnos y las pesadillas.  Los terrores nocturnos o parasomnias, a diferencia de las pesadillas, no provocan que el niño se despierte. Cuando el niño se despierta no recuerda qué ha soñado.

Los terrores nocturnos son reacciones que tienen lugar en la fase más profunda del sueño,  son inofensivos a pesar de que el niño pueda sudar y chillar mientras duerme. Se recomienda a los padres que no se asusten y que se limiten a vigilar al pequeño para que no se haga daño, taparlo, secarle el sudor y darle un poco de agua si es preciso.

Por otro lado, las pesadillas son sueños con contenidos muy elaborados. Al despertarse el niño siente miedo y ansiedad, asociadas al recuerdo del sueño. Son normales entre los niños entre 3 y 7 años. Se aconseja quitarle hierro al asunto y acompañar al pequeño a la habitación para que vuelva a dormirse.

Recursos para eliminarlas

Las estrategias que más van a poder ayudarte en casa son:

  • No infravalores o ignores su miedo: aunque sea un miedo evolutivo o de cualquier tipo, no deja de pasarse mal, es por ello que es muy importante escucharle y ayudarle. En lugar de decirle “no tengas miedo”, prueba a decirle “sé que tienes miedo, pero…”
  • No ridiculices su miedo: Desde la perspectiva de un adulto es fácil asumir que los miedos de los niños son tonterías que se les pasará, pero cometemos el error de no conectar con la persona a la que queremos ayudar. Lo importante es que le ayudes a comprender y a saber deshacerse de ese miedo.
  • Anímale a que se enfrente a su miedo: Nada de terapias de choque con los niños pues es perjudicial para ellos, mejor que se enfrente poco a poco, pero no le fuerces a ello porque sólo generarás que el miedo se acentúe. Lo mejor es que vaya marcando su ritmo. Puedes contarle historias o cuentos dónde los personajes se enfrentan a su miedo y lo vencen. Así, puede ganar seguridad y aprender estrategias para afrontarlo visualizando como lo hacen otros.
  • Elógiale cada vez que trate de superarlo, aunque aparentemente parezca poco lo que avanza, cualquier avance será positivo y eso fortalecerá su autoestima y sus ganas de progresar.
  • Dar ejemplo: mantén la calma y ofrécele seguridad. Si tú le estás constantemente protegiendo de su miedo, comprenderá que tiene motivos para tener miedo, ya que tú como adulto deberías ser el que le aportara tranquilidad. A ti no te debe ver sobrepasado por la situación, enfadándote o sufriendo, ya que si ve ese tipo de conductas en ti sólo conseguirás acentuar su miedo y lo importante es que vea que la persona que le ayuda está convencida de que puede conseguirlo.

Ayudar a un niño a superar un miedo es algo difícil y que requiere de mucho tiempo y paciencia. Los miedos no se “eliminan” de la noche a la mañana. Lo más importante es que entendamos que nuestros hijos no tienen control sobre sus miedos y que nos necesitan a su lado.

Los cuentos son un fantástico recurso para ayudarles a superar sus miedos. Os dejamos nuestras recomendaciones:

  • Un monstruo en el armario.
  • ¿Por qué sueño cosas feas?
  • El libro valiente.
  • Una pesadilla en mi armario.
  • ¡Buenas noches, monstruos¡
  • ¡Fuera pesadillas!
  • Encender la noche.
  • Yo mataré monstruos por ti.
  • El monstruo que se comió la oscuridad.
  • Tragasueños.

5. Fobias raras o fobias sorprendentes

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Ya sabemos un poco más acerca de las fobias. Hoy en día, se ha puesto nombre a todas o casi todas las posibles fobias que existan, incluso siendo fobias raras. A continuación, te muestro 23 tipos de fobias raras que espero que llamen tu atención, ¿conoces alguna?

  1. Basofobia: miedo a caerse

Se define como la emoción persistente, anormal e injustificada de miedo a no poder mantenerse de pie, a caerse en el momento en el que esta andando. Este temor o miedo comienza a ser perjudicial para nuestra vida cuando nos limita para hacer aquello que deseamos.

  1. Bromidrosifobia: miedo a los olores

Una de las fobias raras es la denominada Bromidrosifobia. Botano es un término que se refiere al olor, aroma o fragancia corporal. se define como la emoción persistente, anormal e injustificada de miedo a los olores, aromas o fragancias corporales de los otros y de sí mismo.

  1. Somnifobia: temor a dormir

Puede producirse cuando el sujeto cree que puede no despertar nunca, o tener sueños que no desea (onirofobia). Es un fobia que puede conducir a problemas serios por los trastornos alimenticios que provoca y, en casos severos, a problemas mentales.

  1. Hexakosioihexekontahexafobia: miedo al número 666

De todas las fobias raras, ésta es de las más curiosas. Los que padecen hexakosioihexekontahexafobia sienten un miedo irracional hacia el número 666 y evitan las cosas relacionadas con este número, tales como un edificio en el cual el número se exhiba claramente, una matrícula de un vehículo o un transporte público con esa numeración.

El origen de esta fobia está ligado a Satanás o al Anticristo, por tanto es más frecuente que la padezcan personas que se han criado en familias cristianas.

  1. Ombrofobia: miedo a la lluvia

Las personas que sufren ombrofobia sienten un miedo incontrolable y desmesurable al hecho de mojarse con el agua de lluvia. Esta fobia se relaciona con la hidrofobia pero la causa es distinta ya que no es miedo a morir ahogado sino al asco a ser mojados por el agua de lluvia.

En casos extremos, esta obsesión puede llevar a estas personas a idolatrar los objetos que se usan para protegerse del agua como paraguas, impermeables o toldos.

  1. Triscaidecafobia: miedo al número 13

La triscaidecafobia es el miedo irracional al número 13. Los que sufren este miedo evitan cualquier objeto o cosa que contenga dicho número.

 Esta creencia supersticiosa está tan arraigada que en muchos rascacielos del mundo, el ascensor salta de la planta 12 a la 14, y en numerosos hoteles y hospitales no hay habitaciones con el número 13.

  1. Xantofobia: miedo al color amarillo

La xantofobia es miedo irracional al color amarillo. Cualquier cosa que contenga este color produce gran ansiedad a las personas que sufren este tipo de fobia. Ejemplos serían: el sol, la pintura amarilla o inclusive la palabra ‘amarillo’.

  1. Tripofobia: miedo a los agujeros

Es el miedo o repulsión causado por figuras geométricas muy juntas, especialmente hoyos y rectángulos muy pequeños. Algunos de los objetos que pueden causar esta sensación son corales, paneles de abejas, burbujas de jabón, etc.

  1. Emetofobia: miedo al vómito o a vomitar

El miedo irracional relacionado con el vómito incluye el terror extremo no solo a vomitar uno mismo, sino también a ver a otra persona vomitando, el temor de sentir náuseas o el miedo irracional a ver el vómito.

Estas personas sienten más que una simple aversión hacia el acto de vomitar e incluso cambian sus hábitos alimenticios y sociales en consecuencia de este miedo.

  1. Carcinofobia:  miedo a contraer cáncer

Aunque todos en un momento dado podemos tener este miedo, quienes sufren fobia al cáncer temen la posibilidad de sufrirlo ante cualquier dolor, malestar u otro tipo de síntoma físico que puedan percibirse. Estas personas llevan a cabo unas medidas extremas que les impide llevar una vida normal.

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  1. Algofobia, agliofobia: miedo a experimentar dolor

Es cierto que a nadie le gusta sentir dolor, pero las personas que padecen esta fobia, tienen un miedo incontrolado a sentir o experimentar situaciones que pudieran provocar dolor.

La mayoría de las veces proviene de una experiencia traumática donde la persona fue sometida a un dolor persistente y severo, aunque en muchos otros casos el temor se debe a  la imagen o idea que la persona tiene sobre el dolor en sí mismo.

  1. Ablutofobia: miedo a lavarse o bañarse

Este miedo está asociado a traumas pasados y que pudieron darse en situaciones donde el agua u otro factor del entorno a la acción de lavarse o bañarse estuviesen presentes. La consecuencia más inmediata y visible de esta fobia es la higiene personal, que además de ser incómoda, produce rechazo por las personas que rodean a quien la padece.

  1. Anuptafobia: miedo a la soltería

De las fobias raras, la anuptafobia es muy interesante. La anuptafobia es un temor exagerado a no tener pareja, que hace que los afectados se aferren a una relación insatisfactoria o elijan a cualquiera como compañero y, si están solos, no encuentren sentido a su vida.

Este miedo persistente e injustificado a quedarse solteros está basado en la herencia cultural, el entorno social, la educación y el nivel de desarrollo de la persona afectada.

  1. Helmintofobia:miedo a ser infectado por gusanos

Las personas que padecen de esta fobia temen al ver gusanos cerca, ya sean lombrices, orugas, etc. El miedo que sienten es injustificable, aunque sepan que no les va a dañar.

  1. Filofobia: miedo a enamorarse o al compromiso

Una de las fobias raras más comunes en nuestra sociedad. Las personas que sufren esta enfermedad temen el amor romántico o formar lazos emocionales de cualquier tipo.

Este miedo al compromiso puede ser debido a posibles dificultades emocionales en anteriores relaciones. En casos graves, la persona puede dejar de relacionarse con compañeros de trabajo, vecinos, amigos y familiares.

  1. Tocofobia: miedo al parto

La tocofobia es un profundo, persistente, anormal e injustificado miedo, que tiene algunas mujeres embarazadas, de gestar o dar a luz a un bebé. Para algunas mujeres este miedo o terror surge como consecuencia de una experiencia traumática frente a un parto o a una maternidad anterior.

Pero también se puede presentar en mujeres que nunca han estado embarazadas o no han tenido experiencias negativas frente a ello.

  1. Filemafobia: miedo a besar o ser besado

Una persona que tiene esta fobia teme besar, ser besado o, incluso, ver a otras personas haciéndolo. Como no pueden controlar esta sensación y para evitan llegar a enfrentarse a su miedo, estas personas evitan desarrollar vínculos amorosos.

    18. Nosocomefobia: miedo a los hospitales

Es la sensación de miedo o temor a los hospitales, clínicas y centros de salud, también a todo lo que tenga que ver con ellos. Estas personas evitan cualquier contacto con centros médicos u hospitales.

  1. Pselismofobia: miedo al tartamudeo

Es la sensación de miedo a tartamudear, a repetir sílabas dentro de una misma palabra. Está incluida dentro de las fobias sociales y puede llevar a la persona a aislarse por vergüenza o temor a no comunicarse adecuadamente.

  1. Pediofobia: miedo a las muñecas

La pediofobia es el miedo intenso e irracional a las muñecas. Las personas pediofóbicas temen las muñecas con rasgos exagerados o reales como pueden ser los maniquíes y marionetas o las muñecas de porcelana. Las posibles causas de esta fobia podrían ser por traumas infantiles o debido a la visualización de películas de terror.

  1. Tacofobia: miedo a la velocidad

Es el miedo a la velocidad, a desplazarse velozmente sobre cualquier medio. Las personas que tienen esta fobia evitan estar en lugares u objetos de velocidad, prefieren conducir ellos con una máxima precaución o caminar, ir despacio, entre otras alternativas.

Este miedo se puede crear por diferentes motivos pero los más comunes son: después de sufrir algún accidente automovilístico o haber subido en una atracción de velocidad en el que se ha percibido peligro.

  1. Tafiofobia: miedo a ser enterrado vivo

Se refiere al miedo a ser enterrado prematuramente. Quienes padecen esta fobia temen ser colocados en la tumba mientras aún estén con vida, como resultado de haber sido declarados muertos por error.

En muchas ocasiones este miedo puede causar que un individuo sienta horror o pavor por los funerales, entierros, lapidas, tumbas y todo aquello que se relaciona con un entierro sin haber fallecido.

Este miedo proviene de  historias o leyendas urbanas sobre casos de personas que han sido enterradas vivas por error. A raíz de esto, se han construido féretros especiales con campanillas dentro de los ataúdes (de ahí proviene el dicho “salvado por la campana”) o con paneles de cristal.

  1. Batmofobia: miedo a las escaleras

Para acabar con las fobias raras, la última que quiero presentarte es la batmofobia. Es un temor poco común a subir pendientes empinadas o peldaños y/o a caerse de las escaleras.

Quienes sufren de esta fobia tienen a los ascensores como únicos aliados para subir y bajar de lugares altos. Esta fobia suele aparecer cuando alguien ha tenido una mala situación o un evento traumático que involucre escaleras.

6. Otras fobias

LGTBI Fobia

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Un estudio realizado en 2013 sobre Discriminación por orientación sexual e identidad de género en España, enuncia que:

– El 45% de la población participante se ha sentido discriminada en un establecimiento o espacio público. El 65,8 % no adoptó ninguna medida por miedo a revelar su orientación sexual.
– El 31% ha sufrido discriminación en su trabajo (el 72 % bromas, el 20 % le han imposibilitado ascenso, 24 % acoso, 47,50 % trato discriminatorio). El 67 % se quejó ante la empresa o sindicato, pero sólo dio un resultado positivo al 15 %.
– El 76% ha sufrido discriminación en su centro de estudios; ejercida por sus compañeros/as (92,8 %). El 26,9 % menciona también como agresor al profesorado.
– Más del 55% de las personas transexuales tratadas en centros de salud pública consideran que el trato no ha sido correcto.

¿Qué es la  LGTB fobia?

  • Homofobia cognitiva: considerar la orientación sexual de las personas LGTB (Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales) como antinatural y enfermiza.
  • Homofobia afectiva: rechazar a las personas LGTB por cómo algunas personas se sienten cuando están a su lado.
  • Homofobia conductual: adoptar determinados comportamientos ante las personas LGTB: desde chistes homófobos hasta la agresión física. Aquí también se incluiría la violación de los derechos humanos que se produce en muchos países dónde personas LGTB son condenadas a penas de cárcel, incluso a la muerte. También,  la inexistencia de una legislación que contemple la igualdad de todas las personas, independientemente de su orientación sexual.

Desde otra perspectiva, podemos hablar de una LGTB fobia:

  • Interiorizada, consistente en interiorizar que la conducta homosexual es negativa e inferior frente a la heterosexual. Mensaje que proviene desde la familia, la escuela y en todos los ámbitos de socialización, que afecta tanto a las personas heterosexuales como a las personas homosexuales.
  • Exteriorizada, a través de conductas físicas, verbales o emocionales.

La LGTB fobia entraña una realidad compleja que debemos tener en cuenta, Existen también problemas concretos tales como:

  • Lesbofobia, hacia las mujeres lesbianas que muchas veces sufren un mayor rechazo que los hombres homosexuales,
  • Transfobia, hacia las personas transexuales o transgénero debido a su propia transgresión a la identidad de género.
  • Bifobia o rechazo a las personas bisexuales incomprendidas tanto por heterosexuales como por homosexuales.
  • Plumofobia como rechazo hacia el amaneramiento que manifiestan tanto gays como lesbianas (adoptando lo que la sociedad entiende como roles feminizados o masculinizados, respectivamente).

La LGTB fobia puede estar presente en todos los ámbitos de la sociedad y puede tener diversas manifestaciones: desde los chistes, la burla y el insulto a la agresión.

Es fundamental que, desde todas las instituciones, exista un compromiso de erradicar cualquier tipo de discriminación hacia las personas por razón de su orientación o identidad sexual. Para ello, es importante tener en cuenta dos contextos fundamentales: el educativo y el laboral.

Consecuencias de la LGTB fobia

  • Provoca sentimientos de tristeza y rabia que dañan la autoestima y retrasa la construcción de una identidad saludable.
  • La experiencia de ser víctima de ataques, agresiones o acoso homófobo está asociada con síntomas como insatisfacción, ansiedad, absentismo, depresión, ideas de suicidio. Para solucionar el problema de la fobia a la homosexualidad y a la transexualidad no se puede centrar en las personas LGTB sino en la intolerancia de la sociedad heterosexista. Por ello, orientar las intervenciones a mitigar los efectos y no centrarse en las causas no provocará ningún cambio social.

Causas de la LGTB fobia

 La homofobia tiene una larga tradición en la historia de la humanidad, está enraizada en diferentes culturas, épocas, clases sociales e instituciones. ¿Cómo combatirla? He aquí algunos frentes.

  • Desde la infancia: En un hogar donde los padres son homófobos y se escuchan comentarios o insultos contra los homosexuales, se está fomentando a la futura homofobia de los niños. Esto provoca dos consecuencias graves: por un lado, si el niño/a tiene deseos homosexuales, se verá traumatizado por ese ambiente hostil y será incapaz de asumir su naturaleza; Por otro lado,  estarían criando a un futuro homófobo dañino para la sociedad.
  • Desde la escuela: la escuela es un lugar fundamental de socialización y adquisición de valores y dónde los niños pasen la mayor parte de tiempo; es fundamental introducir programas educativos tolerantescon las diferentes opciones sexuales y que erradiquen la homofobia; además, de la involucración de los docentes.
  • Desde el lenguaje: el lenguaje cotidiano está lleno de expresiones homófobas, como por ejemplo: maricón, dar por el culo, bollera, tortillera, bujarrón, sarasa, etc. Hay que denunciar ese lenguaje y eliminarlo de nuestro vocabulario puesto que además se utiliza de forma ofensiva.
  • Desde las instituciones: el Estado, el Ejército y la Iglesia son tres instituciones tradicionalmente homófobas. Recientemente, por ejemplo, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea ha dictado una sentencia en la que avala la prohibición del estado francés a las personas homosexuales de donar sangre. ¿Por qué se supone que las personas LGTB tienen más riesgo de infección, hábitos menos saludables o salud más dudosa? ¿Qué estudios científicos avalan esta discriminación? ¿Qué estadísticas demuestran y avalan esta estigmatización? simplemente es una actitud política que muestra fobia contra el colectivo. Por tanto, hay que exigir a estas instituciones que abandonen sus posiciones homófobas y que colaboren a erradicar la persecución contra gays y lesbianas.
  • Desde el mundo académico-científico: el discurso médico tomó el relevo a la religión en la tarea de estigmatizar y reprimir ciertas opciones sexuales: a finales del XIX nace la categoría de homosexualidad como enfermedad, una de las raíces de la homofobia del siglo XX. Los discursos médicos, psiquiátricos, sociológicos, y de la ciencia en general deben abandonar esta discriminación y dejar de señalar la homosexualidad como algo específico, desviado, anormal o enfermizo.
  • Desde los medios de comunicación: Los profesionales de estos medios deben fomentar la extinción de conductas y prácticas homófobas ya que son un referente de miles de personas que los siguen día a día.

En los últimos años la aceptación pública de personas que se autoproclaman homosexuales, en series de TV o programas, podrían estar colaborando con la difusión de cualidades como la tolerancia y la aceptación del otro sin importar su condición sexual.

En este punto cabe mencionar la labor de la norteamericana Ellen Degeneres, que posee uno de los programas más vistos de la televisión y que trabaja incansablemente por cambiar rotundamente esta realidad.

  • Desde los deportes: Desde sus comienzos la actividad deportiva se ha constituido como un potente dispositivo normalizador de la masculinidad y, como consecuencia, en una forma de exclusión de todo aquello que queda fuera de “lo masculino”. Por lo tanto, el deporte ha sido un agente potenciador de desigualdades de género y generador de valores homófobos. De esta manera, la actividad deportiva ha sido y sigue siendo un instrumento del poder para producir y reproducir valores sociales de opresión y exclusión. Por ello, desde este ámbito también hay que fomentar el cambio y la normalización para todas las personas, independientemente de su orientación o identidad sexual.

En la actualidad sigue siendo necesario reivindicar el orgullo de la igualdad y visibilizar mediante todos los medios posibles que todas las personas, independientemente de su orientación o identidad sexual, somos iguales.

Pese a que actualmente no existe represión legal gracias a los últimos proyectos legislativos aprobados  que conceden la igualdad, la LGTBfobia sigue estando presente en todos los ámbitos de la sociedad y es necesario realizar un cambio en todos y cada uno de estos contextos sociales.

Ligirofobia

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Valencia es conocida mundialmente por sus Fallas. Cada año, en el mes de marzo la ciudad se llena de pólvora y miles de turistas vienen a disfrutar de estas fiestas. Pero, paradójicamente, muchos valencianos huyen por estas fechas de la ciudad. ¿Por qué sucede esto?

Una de las causas por las que se marchan de la ciudad algunas personas es por el miedo intenso a los petardos, a los ruidos fuertes, también llamado ligirofobia. Veamos en qué consiste.

¿Qué es la ligirofobia?

La ligirofobia es el miedo irracional, intenso y persistente ante la presencia o anticipación de ruidos fuertes y de carácter inesperado, como por ejemplo las explosiones (petardos, globos, pinchazos, etc).

La ligirofobia forma parte de las llamadas fobias específicas, son miedos irracionales e intensos hacia algo que o bien no es peligroso, o en el caso de serlo, no lo es tanto como la persona que padece la fobia lo percibe. Es decir, la persona tiende a catastrofizar las consecuencias de permanecer en contacto con aquello que le produce miedo.

Tipos de ligirofobia

Las personas que sufren miedo a los ruidos fuertes, es decir, que padecen ligirofobia, pueden presentar miedos ante:

  1. Globos hinchados: en este caso, se tiene miedo a que exploten, incluso en muchas ocasiones son incapaces de estar en lugares con globos.
  2. Petardos:sienten ansiedad en situaciones en las que otras personas tiran petardos, escuchar de lejos un petardo, o el simple hecho de pensarlo.
  3. Fuegos artificiales: evitan totalmente ir a lugares dónde se va a producir un castillo, mascletás, etc. por miedo a este tipo de objetos explosivos.

Causas de la ligirofobia

Aunque solemos considerar que el miedo es una emoción negativa, no lo es puesto que nos permite ponernos a salvo en situaciones peligrosas y, por lo tanto, favorecer nuestra supervivencia.

Sin embargo, la parte negativa del miedo es cuando nos obstaculiza e impide hacer vida normal o ciertos aspectos de ella, con normalidad. Por ejemplo, acudir a alguna fiesta o cumpleaños.

  • Evento traumático. Haber sufrido algún acontecimiento traumático o negativo relacionado con ruidos o golpes fuertes, sobre todo en edades tempranas, puede crear sentimientos de ansiedad cuando se oyen ruidos fuertes.
  • Predisposición genética. No siempre es necesario haber experimentado un evento traumático para sufrir ligirofobia, sino que puede provenir de la familia.

Tras vivir una experiencia desagradable con un ruido fuerte y desarrollar ligirofobia, la persona tiende a evitar o escapar de cualquier situación en la que se encuentren los objetos mencionados anteriormente para aliviar su malestar.

Pero con ello consiguen que la conexión entre el estímulo y el miedo que produce se fortalezca, ya que la secuencia se automatiza y se impiden el proceso de habituación.

Tratamientos para las fobias

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Formación

 Consiste en una explicación de qué son, por qué se originan, cómo se mantienen, y cómo funcionan las fobias. Entender por qué tenemos ansiedad y miedo, hará que sepamos manejar las situaciones con mayor control.

Entrenamiento en respiración

Es una técnica de relajación que consiste en aprender a cambiar un patrón de respiración rápida por uno de respiración lenta. Ante situaciones de alta ansiedad, una respuesta común es hiperventilar, y con ello podemos provocar la aparición o intensificación de toda una serie de síntomas que prolongan e intensifican la ansiedad.

Se enseña a la persona una forma de respiración más lenta para ayudar a afrontar la situación de una forma más serena y eficaz.

  • Respiración abdominal: consiste en concentrar la respiración, que ha de ser lo más lenta y suave que podamos, en la zona abdominal, hinchando esa parte al inspirar y hundiéndola al espirar. Para afianzarla, resulta útil poner una mano encima del vientre, justo debajo del ombligo, porque sabremos que lo estamos haciendo bien si la mano sube y baja con la respiración.
  • Relajación muscular progresiva: el objetivo es ser consciente de cuánta tensión se ha generado en los músculos para eliminarla gradualmente. Observar dónde se está ejerciendo la tensión muscular e intentar relajarse al espirar. Ir aumentando la contracción para luego relajarla.

Entrenamiento en relajación

Consiste en el entrenamiento de la tensión y relajación voluntaria de los diferentes grupos de músculos. Si aprendemos a relajar esa tensión muscular, aprenderemos a reducir y controlar nuestro nivel de ansiedad.

Cambio de pensamientos

Cuando algo nos sucede, el modo en que lo interpretamos, es decir, el significado que le demos, va a determinar cómo nos vamos a sentir respecto a esa situación. En ocasiones, hacemos interpretaciones erróneas, y ello nos lleva a sentimientos de malestar.

 Con las técnicas de cambio de pensamientos intentamos poner a prueba hasta qué punto estábamos acertados o equivocados en nuestra interpretación de la situación.

Además, se aprende modos alternativos de pensar acerca de lo que nos ocurre, lo que conducirá a sentimientos menos perturbadores y nos permitirá afrontar mejor esas situaciones.

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Visualización

Es una herramienta muy útil para conseguir un mayor control mental, en las emociones y en el cuerpo así como para efectuar los cambios deseados del comportamiento.

 Consiste en aprender a relajarse e imaginar vívidamente diferentes situaciones, al mismo tiempo que generamos control en nuestras emociones, sensaciones, comportamientos…

Eliminar la anticipación

El siguiente paso es trabajar para combatir la tendencia instaurada en la persona con esta fobia, de hacer predicciones y anticipaciones negativas sobre lo que va a pasar al entrar en un espacio cerrado (no poder moverse, asfixiarse…).

Para ello se emplea técnicas cognitivas dirigidas a reducir la ansiedad ante incertidumbre, aprender a saber esperar y ver cómo se desarrollan los acontecimientos, emitiendo el menor juicio previo posible.

Terapia de exposición.

Un tipo de tratamiento muy habitual para las fobias es el de la terapia de exposición. En ésta, poco a poco, los profesionales confrontan al paciente con la situación tan temida. El estímulo gradual y progresivo hace que las personas de a poco vayan controlando sus temores.

Seguro que pensaras: ¿Y esto no hará que aumente mi miedo?

Cuando nos exponemos a la situación u objeto temido, el mecanismo de defensa que tenemos hará que la ansiedad aumente (para que huyas ya que consideras que es peligroso). Pero debemos hacer justo lo contrario, permanecer en el lugar hasta que nuestra ansiedad disminuya.

Cuando estamos ante la presencia de algo que en principio consideramos peligroso y no pasa nada, el mecanismo de defensa deja de emitir esa ansiedad porque no es útil ya que se está comprobando que no hay peligro real. Esto se conoce como la campana gaussiana.

Si se realiza esto, durante varias ocasiones, se creará una habituación y se romperá la asociación de peligro con el objeto o situación y el estimulo temido ya no producirá respuesta de ansiedad.

Para llevar a cabo el procedimiento de exposición, lo primero es jerarquizar las situaciones. Un ejemplo de jerarquización sería:

  • 1º situación: escuchar ruido de petardos.
  • 2º situación: sostener petardos en la mano.
  • 3º situación: explotar globos cerca (hay similitud en el ruido).
  • 4º situación: ver cómo desde lejos tiran petardos.
  • 5º situación: ver cómo tiran de cerca petardos.
  • 6 situación: empezar tirando bombetas.
  • 7º situación: Tirar petardos por si mismo/a.
  • 8º situación: Ir a ver un castillo o mascletà.

IMPORTANTE: Cada persona debe crear su propia jerarquía según su ansiedad/miedo.

Cuando tengamos nuestra jerarquía, toca empezar a exponerse. La persona debe permanecer en esa situación hasta que su ansiedad sea 0.

No se puede realizar ninguna de las conductas de seguridad (evitar o alejarse). Si esto sucede se debe empezar la exposición.

Cuando la persona consiga que su ansiedad ante esta situación sea 0 completamente y desde el inicio de cada de exposición, se pasará a la segunda situación.

La Desensibilización sistemática.

En la desensibilización sistemática se recurre a la imaginación del paciente, que va proyectando en su mente al estímulo temido. La imaginación del estímulo se detendrá cuando el paciente no puede controlar su ansiedad, y se retomará cuando se ha tranquilizado.

Terapia cognitiva.

Existe otro tratamiento conocido como terapia cognitiva, en el cual se le da al paciente mucha información sobre aquella situación a la que teme, para que de esta manera vaya cobrando confianza.

Puedes aprender lo siguiente:

  • Identificar qué factores pueden desencadenar un ataque de pánico o síntomas similares al pánico y qué los hace empeorar
  • Cómo enfrentar y tolerar los síntomas de la ansiedad
  • Maneras de hacer frente a tus preocupaciones de manera directa.
  • Disminuir tu ansiedad gradualmente al permanecer en situaciones temidas y que puedas controlar estos síntomas.
  • Cambiar la forma de enfrentarse a los lugares y las situaciones que provocan temor y ansiedad, de una forma segura.

Métodos de choque

Algunas personas optan por métodos de choque (terapias conductuales donde se produce una exposición forzada al estímulo, hasta que el paciente controle su ansiedad).

 El uso de psicofármacos no suele ser recomendado en el tratamiento de las fobias, debido a que, si bien puede paliar los síntomas de ansiedad, no elimina el problema.

Realidad Virtual

Consiste en la exposición de un paciente a situaciones que sean causantes de una fobia mediante dispositivos tecnológicos de inmersión virtual, con los cuales será posible recrear situaciones para enfrentar miedos intensos.

Hipnosis

La hipnosis trabaja la zona inconsciente de nuestra mente, es decir, trabaja la misma zona en la que se encuentran los pensamientos intrusivos e irracionales que son los responsables de que padezcamos esta fobia.

Tensión (T)

Consiste en tensar algunos grupos musculares como brazos, piernas y torso, con el objetivo de incrementar la presión sanguínea a voluntad y prevenir el desmayo.

El psicólogo (con la ayuda de una máquina) produce una caída temporal de la presión sanguínea para que el paciente sienta los síntomas ya prenda a manejarlos.

En este procedimiento no se expone al paciente a estímulos relacionados con la sangre, pero esto permite que se exponga en su vida cotidiana a los síntomas. La técnica ha sido utilizada con éxito en algunas investigaciones (Öst et al., 2001).

Relajación aplicada (RA)

Esta técnica sigue el mismo principio de la técnica de la relajación progresiva (Bernstein y Borkovec, 1973). Este recurso enseña a la persona a relajarse en periodos sucesivamente más breves y a transferir estos efectos de relajación a situaciones cotidianas.

 De esta forma, la persona es equipada con estrategias para controlas las reacciones a los hechos estresantes cuando ocurren.

Tensión aplicada (TA)

La TA es un procedimiento desarrollado con el objetivo de prevenir el desvanecimiento y ayudar a las personas a recuperarse mejor y más rápido si se produce el desmayo (Öst y Sterner, 1987).

Consiste en acompañar la exposición a la situación temida con la tensión voluntaria de los músculos del cuerpo, para elevar momentáneamente la tensión arterial, ayudando, así, a evitar el desmayo.

A continuación te presento un ejemplo de ejercicio de tensión aplicada (TA):

  • Ejercicio 1: Consiste en aprender a tensar los músculos de los brazos manteniendo la tensión durante 10-15 segundos. Cerrar el puño como si tuvieras una moneda dentro y apretar para que no se caiga.
  • Ejercicio 2: Abrir la mano y deja caer la moneda, vuelve poco a poco a poner el brazo en la posición de antes. Mantenerlo durante 15-20 segundos.
  • Ejercicio 3: Ahora se tensarán los músculos de las piernas. Elevar las piernas del suelo y apretar las rodillas entre sí como si sujetaras algo que no debe caer. Mantener durante 10-15 segundos.
  • Ejercicio 4: Aflojar poco a poco las piernas volviendo a la posición inicial, mantener durante 15-20 segundos.
  • Ejercicio 5: Tensar ahora el torso, apretando y elevando los glúteos como si se levantara del asiento, sin apoyarse en los brazos. Mantener durante 10-15 seg.
  • Ejercicio 6: Aflojar poco a poco la tensión y permanecer así 15-20 segundos.
  • Ejercicio 7: Tensar ahora todo los músculos a la vez, brazos, piernas y torso durante 10-15 segundos.
  • Ejercicio 8: Aflojar todos los músculos poco a poco y volver a la posición inicial, mantener 15-20 seg.

Este procedimiento debe repetirse 5 veces. Cuando la persona haya aprendido a tensar todos los grupos musculares adecuadamente, podrá pasarse directamente a los pasos 7 y 8 en las siguientes ocasiones.

Teniendo en cuenta todo lo anterior puede decirse que los tratamientos más empleados en la actualidad para tratar la fobia a la sangre son aquellos que combinan la TA y la exposición en vivo (Öst, 1996).

 

Conclusión

En conclusión, me gustaría añadir que no todos asumimos o vivimos las fobias que nos implican de la misma manera. La clave está en saber o identificar si ese miedo o temor, es tan extremo y fuerte como para interferir en tu vida cotidiana.

Si no es así, puede que no necesites ningún tipo de ayuda. Pero si verdaderamente te hacer dejar de hacer cosas o trastoca tu vida, lo más recomendable es ir a un profesional de la psicología para que te guíe en el camino y, sobretodo, hacerlo antes de que la “bola sea más gruesa”.

Piensa que cuando nos duele algo o nos sentimos mal acudimos al médico ¿verdad? En el caso de las fobias deberíamos aplicar el mismo sentido común, puesto que está en juego nuestro bienestar.

El miedo que no se afronta, se propaga rápido como el fuego y se va extendiendo. Si no te expones a los estímulos temidos y continúas evitándolos, lo más probable es que se extienda hacia otras situaciones, y poco a poco irá limitando tu vida cotidiana.

Algunas personas piensan que la mejor manera de enfrentarte a su fobia es haciéndolo de golpe, de una vez, pero por algo se llaman fobias… No es tan fácil para quiénes las experimenta.  Por ello, date tiempo, no te juzgues por tenerlo o por no poder controlarlo y cuando creas que estás preparado/a, enfréntate a él.

Si quieres vivir sin miedo, no tienes por qué hacerlo solo, pregunta a un profesional, consúltanos

Si lo necesitas, puedes pedirnos una cita aquí:

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Lorena Honrubia

“Desde que tengo uso de razón, me he dedicado a la ayuda de las personas que lo necesitaban, dentro de mis capacidades, tanto a personas de mi entorno como a desconocidas. Esto fue lo que me impulsó a dedicarme a la psicología. Para mí ha sido una gran satisfacción poder convertir esa vocación en mi profesión. "

4 Comments

  • Julian dice:

    Un articulo muy completo. Para mi la claustrofobia es el peor tipo.

  • Cuando una persona tiene fobia social, sus temores y preocupaciones se centran en su conducta social; sin importar que se trate de una presentaci n importante en la clase o de una peque a charla junto a los casilleros. Algunos ni os y adolescentes son sumamente t midos y tienen tanto miedo a hablar con los dem s que no hablan en absoluto con algunas personas (como un profesor o alumnos que ellos no conocen) o en algunos lugares (como en las casas de otras personas). En algunos casos, este tipo de fobia social recibe el nombre de «mutismo selectivo».

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