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El perdón es una de las 24 fortalezas recogidas dentro de la psicología positiva. Pero, ¿sabemos realmente lo que es y cómo perdonar?

Tómate unos minutos y piensa en alguien que te ha hecho daño. ¿Cómo te sientes ante la idea de perdonarla? ¿Crees que podrías hacerlo? ¿Qué supondría para ti perdonarla?

Puede que lo primero que hayas pensado sea: “¡Ni de broma, después de todo lo que me ha hecho!” o “No se lo merece”. O Puede que tal vez quieras hacerlo pero haya algo en ti que te lo impide.

En cualquier caso, te invito a que leas este artículo hasta el final y tomes la decisión que consideres mejor para ti y tu bienestar.

¿Qué es el perdón?

Todos tenemos unas ideas preconcebidas sobre qué es el perdón. Éstas van acompañadas de sentimientos que arraigan esas creencias. Dependiendo de nuestro concepto de perdón, podemos provocar dos cosas: O ayudarnos a superarlo y seguir con nuestras vidas o bien bloquearnos e imposibilitarnos al no permitir pasar de página.

Al hacernos daño, nuestra reacción más lógica es ir en contra de quién nos ha herido. A corto plazo, su función es la de impedir que el daño continúe. Aunque a largo plazo puede ser perjudicial. Pongamos una metáfora de ejemplo.

Cuando alguien nos daña, es como si nos mordiera una serpiente. La herida que deja esta mordedura es difícil de curar, y más si deja su veneno dentro de nosotros, porque aunque ésta se vaya, su veneno sigue haciendo efecto en nosotros. Mientras siga actuando el veneno, la herida no cerrará y nos seguirá doliendo.

Los venenos de los que hablamos son la venganza, el ojo por ojo, buscar justicia y reparación del daño.

Cada vez que piensas en alguno de estos venenos, la herida se abre al recordar el daño que te han hecho y esto hace que vuelvas a sentirlo como si te lo estuvieran haciendo de nuevo.

Si queremos que la herida se cure y no nos duela, tenemos que sacar ese veneno de nuestro cuerpo y mente. Sacar todos los pensamientos que te llevan a guardar rencor hacia quién te hizo daño.

Por descontado, esto no significa que dejes que la serpiente te vuelva a morder, pero en lugar de intentar matarla, puedes aprender a defenderte para que no te vuelva a hacer daño.

 

Hay muchos modos de definir el perdón. Es una decisión, una actitud, un proceso y un estilo de vida. Vamos a ver más en detalle cada una de estas partes del perdón.

Una decisión. Elegir la opción de perdonar aporta control sobre cómo quieres sentirte. Es ir más allá de la personalidad o los errores que ha cometido esa persona y que nos han causado daño. Es ver y entender por qué actúa de determinada manera.

Recuerdo una paciente mía que tenía una relación tormentosa con su madre. Durante su infancia y adolescencia fue muy dura y exigente con ella. Ella le recriminaba no haber recibido el amor de una madre cuando lo necesitaba y se distanció poco a poco de ella pensando que nunca cambiaría.

Cuando aprendió a trabajar con el perdón, comprendió que la actitud de su madre venía de sus propias inseguridades, miedos  y vacíos que tenía de su infancia y cómo sus padres habían actuado con ella.

En definitiva, la educación que había recibido. No se trata de justificar el comportamiento de alguien que nos daña, sino comprender para cambiar la emoción del rencor hacia otra más saludable como es la compasión.

Una actitud. Saber que hay más formas a la hora de enfrentarte a ciertos comportamientos dañinos de las personas, nos ayuda a enfocarlo de otra manera menos perjudicial para nosotros. Existen respuestas alternativas a la de enfadarnos o sentirnos heridos o amenazados.

Esto nos proporciona la claridad y los conocimientos necesarios para evitar que las reacciones o comportamientos de otros influyan en nosotros, provocándonos emociones negativas como el rencor o el odio.

Un proceso. El perdón no es un acto único que se hace en un momento dado, es un proceso continuo que se puede ir profundizando y completando a lo largo del tiempo.  Este proceso nos exige cambiar nuestras percepciones una y otra vez porque de normal estamos contaminados con prejuicios y percepciones pasadas equivocadas.

Cuando elegimos cambiar nuestra perspectiva por otra más profunda, surge una mayor comprensión y compasión hacia nosotros mismos y hacia los demás.

Un estilo de vida. El perdón nos va convirtiendo de forma gradual de víctimas de nuestras circunstancias a creadores de nuestra realidad, teniendo el control de nuestros sentimientos. Va más allá de hacerse de situación en situación, conforme nos van haciendo daño.

Es una forma más amplia de relacionarnos, desde una posición de apertura, comprensión y compasión. Podemos estar en desacuerdo con alguien, sin dejar que ello nos afecte de forma catastrófica y sin retirarle nuestro cariño.

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Qué no es el perdón

La palabra perdón tiene una carga ideológica, por ello puede llevar a equivocación. Vamos a aclarar qué no es el perdón.

 El perdón no implica que apruebes o defiendas la conducta que te ha causado sufrimiento ni tampoco que no tomes las medidas necesarias para cambiar tu situación o proteger tus derechos.

El perdón no incluye obligatoriamente la reconciliación. Perdonar o pedir perdón son opciones personales que no necesitan de la colaboración de la otra persona. Puedes eliminar ese rencor de muchas formas sin que tengas que hablar con esa persona, bien porque no lo desees o porque haya fallecido y no se pueda.

El perdón no implica olvidar lo que ha pasado. De hecho nos debe servir de experiencia para no volver a repetir las mismas circunstancias que nos hicieron daño, con esa u otras personas. La diferencia está en verlo como algo negativo y que no se quiere volver a sufrir y en la búsqueda de la justicia para reparar el daño, ya que la percepción del castigo impuesto nunca será la suficiente.

El perdón no es hacer como si no pasase nada. No se puede ofrecer un perdón verdadero si se niega o se ignora los sentimientos de rabia o resentimiento. Cualquier emoción hay que vivirla, pero sin enquistarla.

Perdonar no es síntoma de debilidad. Al contrario, es un acto a valorar porque es tomar la decisión de dejar de sufrir por algo que no podemos cambiar pero si podemos dejar que nos siga afectando con la misma intensidad.

 

Beneficios del perdón

  • Sentirás alivio: cuando se odia o se siente rabia hacia alguien, realmente no estás haciéndole daño a esa persona sino a ti porque cuando lo ves o piensas en ello, todo el daño lo vuelves a revivir. Desprenderse de esa condena, te hará sentirte mucho mejor.
  • Te desligas del otro: aunque no lo creas, cualquier sentimiento (sea positivo o negativo) te une a la persona. Si éste es negativo, te está atando a tu “enemigo”. ¿Quieres mantener ese lazo de por vida con esa persona?
  • Te sentirás mejor contigo mismo/a: Cuando se perdona a alguien, fomentas tu fortaleza interna y evitarás dolores innecesarios. Es como cuando te quitas una piedrecita del zapato.
  • Tu salud mejorará: está comprobado científicamente que las emociones negativas se acumulan en distintas partes de tu cuerpo y generan dolores físicos (dolores de espalda, cefaleas, en cervicales, en el estómago, erupciones en la piel, etc.). Cuando eliminas esa carga de tu organismo, notarás mejorías y tu sistema inmunológico también se verá beneficiado.

 

Cómo perdonar

  1. Analizar y reconocer del daño sufrido.

 Para poder cambiar algo, primero debemos identificarlo. Tal vez lo tengas claro, aún así, puedes pararte a pensar qué fue lo que realmente ocurrió y qué te hizo daño.

Trata de hacerlo lo más objetivo posible, distanciando las emociones. Analiza también las circunstancias que han influido, tantos las del entorno como las de la persona que te dañó y las tuyas propias.

Con ello, lo que trataremos de conseguir es te centres en lo que realmente te hizo daño separándolo del resto de variables que se han ido añadiendo con el tiempo.

  1. Elegir la opción de perdonar.

Lo que quiero que veas es que la elección de perdonar o no es tuya. Tú tienes la capacidad de elegir si quieres seguir sufriendo por un hecho durante el resto de tu vida o decides eliminarlo para siempre y dejar de sentir ese dolor.

Como hemos dicho antes, el perdón no se elige para liberar a la persona que nos hirió, si no para liberarte a ti mismo/a de esa carga.

El tiempo y los recursos que se pierden cuando estamos inmersos en el rencor y la venganza, podemos utilizarlos para fortalecer o añadir mejorías en nuestra vida.

  1. Aceptar la rabia y el dolor.

El perdón no supone el rechazo de sentir emociones como la rabia, la venganza o la ira, ni ignorarlos. Al contrario, perdonar implica haber pasado por ellas, escuchar qué aprendizaje nos quieren dar y soltarlas cuando ya han cumplido su función. El problema surge cuando nos aferramos a estos sentimientos y hacemos de ellos nuestro motor de vida.

Conocer y aceptar la rabia que nos ha hecho sentir algo en concreto, nos ayudará a conocernos mejor y saber qué no queremos que vuelva a sucedernos. Con ello, crearemos unas herramientas de protección para que no nos vuelvan a hacer daño (dentro de lo que está en nuestras manos).

  1. Expresar el perdón.

 No es necesario expresar perdón de forma presencial a la persona que nos hirió. Hay muchas herramientas y formas para hacerlo, lo importante es que se inicie esta etapa con algo que lo marque y no solamente con la intención de hacerlo.

Es muy frecuente que aparezcan de nuevo los pensamientos y sentimientos que teníamos respecto a lo que nos hizo daño. Es por ello, que el perdón es un proceso y no algo que se hace de forma puntual. Debemos repetir todos los pasos hasta que no quede rastro de todo lo que lo traiga de nuevo.

 

Cómo pedir perdón

En el otro lado, tenemos la parte de pedir perdón cuando hemos sido nosotros la causa del daño a otro y estamos arrepentidos.

Pedir perdón no es fácil porque implica reconocer que nos hemos equivocado y para muchas personas es una parte complicada de reconocer. El perdón terapéutico va más allá de cualquier connotación religiosa o ideológica. No se realiza por miedo a un castigo o consecuencia negativa, si no para la liberación de la carga emocional que esto supone.

  1. Reconocer qué es lo que hizo daño.

Puede que no sepamos realmente qué hicimos o dijimos que causó daño a otra persona o que no fuéramos conscientes de ello. Por ello, el primer paso si no se sabe es preguntar a esa persona o a alguien cercano que lo sepa.

Con ello conseguiremos dos cosas: saber exactamente qué le dañó y, en caso de que sea la persona afectada la que nos lo cuente, le permitimos expresar su sufrimiento.

  1. Sentir de verdad el dolor del otro.

Puede que nuestra intención no fuera hacerle daño, pero eso no implica que no se provoque dolor. Ponernos en el lugar de esa persona y bajo sus circunstancias, nos ayudará a empatizar con ella y entender por qué le causamos dolor.

Para pedir perdón es necesario ser consciente de que se ha hecho un daño importante al otro. Vivirlo como esa persona lo vivió, nos hará sentir de verdad su dolor.

  1. Llegar a acuerdos para que no se repita.

Una vez reconocemos qué hicimos mal, debemos tomar las medidas oportunas para no volver a cometer los mismos errores. No se trata de establecer buenas intenciones y promesas de cumplirlas, si no de acciones concretas que impidan que vuelva a ocurrir.

Tal vez sea necesario cambiar ciertas conductas o formas de pensar si realmente queremos que la situación con esa persona cambie. Si por ejemplo, solemos mentir a nuestra pareja y nos arrepentimos de ello y queremos cambiarlo, hay que ponerse a ello porque cada vez que se repita, volveremos a dañar a esa persona y la situación empeorará con el tiempo.

Es necesario comprometerse con el cambio u llevarlo a cabo para que tenga su función.

  1. Pedir perdón explícitamente al otro.

Pedir perdón de forma verbal o escrita puede que parezca que no sirve de mucho, pero al contrario de lo que pensamos, es el primer paso para que la otra persona nos crea (si realmente lo sentimos) y comience su proceso de perdón.

Es importante que quede claro nuestro perdón y que le comuniquemos a la otra persona qué cosas creemos que hemos hecho mal para no repetirlas. No se trata de convencerla si no de demostrar nuestro arrepentimiento sincero.

  1. Restituir el daño causado.

Siempre que sea posible, debemos restituir el daño causado. No se trata de recompensar a la persona que herimos con regalos, si no de sanar la herida que hicimos en ella.

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Ejercicio: Descubriendo la verdad.

Las siguientes frases tienen como objetivo ayudarte a clarificar lo que sientes y ver cuáles son los problemas que hay en relación con esa persona de la que sentimos rabia o dolor.

Aún cuando no hables o no puedas hablar con esa persona, completar estas frases te ayudará para comprenderte mejor.

Te recomiendo escribir las respuestas y reflexionar sobre ellas, abriéndote a los pensamientos y sentimientos que surjan.

Cierra los ojos y respira profundamente. Después, piensa en alguna situación p persona determinada que te hiciera sentir dolor o rabia. Completa las frases siguientes (llena los huecos tantas veces como necesites):

El problema es………………………………………………………………….……….

El problema realmente es …………………………………………………………..…

En relación con esa persona o situación:

Lo que siento es………………………………………………………………………..

Lo que siento es…………………………………………………………………………

Y bajo ese sentimiento hay…………………………………………………………….

Y bajo ese sentimiento hay ……………………………………………………………

Lo que me da miedo es ………………………………………………………………..

Lo que me asusta es ……………………………………………………………………

Para mí es inaceptable…………………………………………………………………

Lo que no logro manejar es……………………………………………………………

No lo logro porque  ……………………………………………………………………..

Lo que necesito cambiar para que sea aceptable es ………………………………

Lo que necesito en esta relación (situación) es ………………………………….…

Lo que deseo es…………………………………………………………………………

Reflexión.

Piensa de nuevo en esa persona o situación y, basándote en las respuestas que has dado en el anterior ejercicio, reflexiona sobre estas preguntas:

  • Esta situación, ¿me ayuda a crecer?
  • ¿Logro mantener el sentido de mi propia valía o me hunde?
  • ¿Tengo un comportamiento limitado con lo que consiento en aceptar?
  • La percepción que tienes de la persona, ¿se limita a cómo ha sido o se ha comportado en el pasado?
  • ¿Qué significaría abandonar la lucha en esa relación?
  • ¿Cómo te sentirías?
  • ¿De qué manera sería diferente tu vida?

Libros y películas recomendadas sobre el perdón.

 

Si quieres saber más sobre el rencor, haz click aquí.

 Para concluir

El perdón suele experimentarse como un sentimiento de paz, de apertura, de alivio, de libertad, de estar haciendo lo correcto.

Ahora está en tus manos si quieres liberarte de esa mochila que llevas y pesa o mantenerla y que te siga provocando dolor y sufrimiento.

¿Estás dispuesto/a y preparado/a para perdonar y/o ser perdonado?

 

Puedes descubrir más fortalezas personales en nuestro blog.

Lorena Honrubia

“Desde que tengo uso de razón, me he dedicado a la ayuda de las personas que lo necesitaban, dentro de mis capacidades, tanto a personas de mi entorno como a desconocidas. Esto fue lo que me impulsó a dedicarme a la psicología. Para mí ha sido una gran satisfacción poder convertir esa vocación en mi profesión. "

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