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¿De repente te enfadas sin un motivo real? ¿Crees que sufres ataques de ira muy frecuentemente? Descubre cómo gestionar la ira de una forma efectiva.

¿Qué es la ira?

La ira y el enfado son dos emociones del mismo espectro que pueden surgir cuando tenemos una situación de frustración. Cada emoción tiene distintos niveles de intensidad. El enfado sería un nivel inferior al de la rabia, por ejemplo.

El problema no está en sentir ira sino en saber cómo gestionarla. Cuando una persona tiene una ira intensa, es cuando esa persona ha perdido el control y su emoción le afecta a ella y a su entorno.

Cualquier emoción tiene su función, que no es otra que ayudarnos a sobrevivir. En el caso de la ira, ésta produce adrenalina y noradrenalina, lo que nos da fortaleza para luchar o impedir que nos rindamos ante una situación adversa.

Cuando se descontrola, produce reacciones exageradas en momentos de pelea, frustración o incluso debate.

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Causas de la ira.

La ira suele aparecer en situaciones que percibimos como una amenaza o cuando somos incapaces de afrontar una situación en concreto.  Está fundamentada en sentimientos como el miedo, la frustración o el temor, y muchas veces incluso esconde tristeza.

Cuando nos sentimos frustrados ante algo, podemos reaccionar de distintas formas. Una de ellas es la ira.

Cualquier emoción que sentimos tiene una función, no surgen de la nada, aunque sí de forma automática.  En el caso de la ira, nos ayuda a prepararnos para efectuar un esfuerzo superior para superar la dificultad que se nos ha presentado.

Además, según diversos estudios, detrás de la ira se puede esconder causas de origen genético o hereditario.

De hecho, hay personas que nacen con menor tolerancia a la frustración. Son personas más irascibles que tienen tendencia a enfadarse con facilidad y, por tanto, que expresan mayor ira que otras.

También puede interesarte este artículo: ¿Tienes baja tolerancia a la frustración?

Tipos de ira.

Podemos observar que la ira tiene diferentes formas:

  1. Agresividad: aparece como una manera de lograr los objetivos que nos hemos sido capaces de conseguir sin violencia. Se trataría de una ira instrumental porque la usamos como medio para obtener algo
  2. Como explosión: como consecuencia de haber aguantado durante mucho tiempo una situación o emociones no resultas. Las frustraciones diarias, se van a acumulando y acabamos estallando.
  3. De forma defensiva: surge cuando percibimos que nos están atacando o nos enfrentamos a una dificultad. La mayoría de veces, reaccionamos por intuición y de forma negativa, lo que nos conduce a reaccionar de una forma poco objetiva.

¿Cómo controlar la ira?

Según el Dr. Redford Williams existen tres elementos fundamentales para aprender a canalizar la ira: entender cuál es la causa de nuestro enfado, minimizar nuestra posible reacción negativa y mantener la ira bajo control cuando aparezca.

Aprender a controlarnos pasa por aprender a racionalizar algunas emociones y pensamientos, además de relativizar las reacciones que nos produzcan algunos eventos de la vida.

Por el contrario, dejarnos llevar por la agresividad y las emociones negativas nos puede conducir a un estado permanente de alerta que puede generar malas experiencias personales.

A continuación, veremos algunas herramientas que te puedes servir para controlar tu ira.

   1.Identifica el origen de tu ira.

Para poder cambiar o mejorar cualquier cosa, primero debemos identificar qué nos lo provoca. Debes encontrar qué es lo que te hace enfadarte de forma extrema y por qué tu reacción es de una determinada manera.

Hay algunos factores que pueden hacer que crezca nuestro enfado o que nuestra reacción sea desproporcionada como pueden ser el estrés y a frustración.

  2. Practica la empatía.

Trabajar los valores de la empatía nos ayudará a ponernos en el lugar de la otra persona y comprender su comportamiento. La empatía ayuda en la resolución de conflictos mediante el respeto y la comunicación.

Si eres capaz de ponerte en los zapatos del otro, tu enfado se disminuirá porque entenderás su reacción.

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   3. Cambia tus pensamientos.

Según Albert Ellis, cualquier emoción viene precedida de una serie de pensamientos, ideas o creencias. Para poder controlar tu ira, es imprescindible que encuentres esos pensamientos que están generándola y comprobar si son adecuados o no para cambiarlos.

Al ponerle la lógica correspondiente a las emociones, serás capaz de controlar mejor tu reacción ante situaciones (internas o externas) que la provoquen.

    4. No acumular ira.

En muchas ocasiones, sucede que no reaccionamos ante algo que nos provoca ciertas emociones, bien por bloquearnos o por no empeorar la situación.

Cuando esto ocurre, nos guardamos esas emociones (que normalmente suelen ser desagradables) y con ello las acumulamos. Si esto lo hacemos en repetidas ocasiones, nuestra mochila se va cargando y llega un punto en que estallará sin mirar a quién hace daño, incluido nosotros mismos/as.

Es importante aprender a no acumular enfado  para que esa bola no vaya creciendo y nos estalle en cualquier momento.

    5. Practicar la relajación.

Hay muchas formas de liberar ese estrés y esas emociones acumuladas. Podemos hacerlo mediante el deporte, el yoga, el Mindfulness, darte un baño con agua caliente, etc.

Se trata de encontrar la forma que más de adapte a ti y te ayude a liberarte.

También te puede servir el método de la respiración diafragmática. Se trata de respirar lenta y profundamente para que el aire haga todo el circuito de respiración. Es una forma de relajarse a través de tu respiración.

    6. Usa métodos de desahogo.

Lo ideal sería no acumular ira, pero es verdad que, al tenerlo como un hábito, muchas veces actúa de forma automática, sin darnos cuenta.

Por ello, es recomendable tener una vía de escape, algo que nos haga liberar toda esa ira antes de que nos haga perder el control.

Algunos ejemplos que te pueden servir son: practicar algún deporte que produzca altos niveles de adrenalina como el boxeo o bodycombat; la escritura terapéutica donde se vuelca toda esa rabia que llevamos; O incluso, gritar con una cojín o almohada tapándonos la cara.

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   7. Descansar lo suficiente.

Nuestro cuerpo y nuestra mente necesitan estar descansados para rendir adecuadamente. Cuando esto no sucede y estamos muy cansados, nuestras reacciones de ira son más frecuentes. Estamos más irascibles y tenemos menos control sobre nuestros impulsos y menos acceso a las herramientas para gestionar las emociones.

Por este motivo, es importante tener un buen descanso tanto a nivel cuantitativo (dormir mínimo 8 horas) como a nivel cualitativo (descansar bien).

   8. Evitar situaciones y personas irritantes.

Esto no siempre es posible porque se puede trata de tu jefe, algún compañero/a de trabajo o algún familiar o amigo cercano.

Pero en la medida de lo posible, hay que evitar las situaciones o personas que sabemos que nos pueden llegar a irritar o llevarnos a un estado negativo en el que acabemos estallando.

Cuanto más conozcas y comprendas cuáles son los factores que desencadenan tu ira, mejor podrás controlar tu estado emocional.

   9. Terapia con un psicólogo/a.

Cuando nos ocurre algo a nivel físico, enseguida vamos a nuestro médico de cabecera o al especialista correspondiente. En el caso de que nos ocurra algo a nivel emocional, deberíamos hacer lo mismo y acudir a un profesional que nos ayude.

Cuánto más lo dejemos pasar, el problema se hará más grande y costará más de solucionarlo.

La terapia psicológica te ayudará a saber gestionar tus reacciones emocionales, tus comportamientos generados por dichas emociones y cambiar la estructura cognitiva que tienes respecto a estas situaciones en concreto.

Todo ello, con el fin de que seas capaz de gestionar y controlar tu ira y agresividad.

La importancia de gestionar tu ira.

La ira es una emoción normal y sana, pero es importante afrontarla de forma positiva. La ira descontrolada puede afectar tanto tu salud como tus relaciones.

Saber cómo gestionar la ira no sólo tendrá beneficios para la persona que la sufre sino también para su entorno.

La ira y el enfado pueden derivar en otros problemas, perjudicando en muchos aspectos.  Hay que tener en cuenta que, sólo a través del trabajo personal pueden ser controlados.

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Lorena Honrubia

“Desde que tengo uso de razón, me he dedicado a la ayuda de las personas que lo necesitaban, dentro de mis capacidades, tanto a personas de mi entorno como a desconocidas. Esto fue lo que me impulsó a dedicarme a la psicología. Para mí ha sido una gran satisfacción poder convertir esa vocación en mi profesión. "

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