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Recuperando lo relatado en los artículos “Salud y Bienestar: Todo lo que necesitas saber” y “Fortalece tu Alimentación“, vemos por tanto que, si partimos de un nuevo modelo de salud en el que no solamente tengamos en cuenta la ausencia de enfermedad como único criterio, sino que también consideremos la presencia de bienestar, la mirada que hemos tenido durante bastante tiempo sobre la dieta y nuestros hábitos alimenticios ha de cambiar porque ya no se adecua a nuestras necesidades. En ese caso…

Hábitos Alimenticios: ¿por dónde empezamos?

En mi opinión, no hay una respuesta universal para todos vosotros. Como apuntábamos anteriormente, cada uno tendrá una serie de circunstancias concretas, que supongan una dificultad de cara a tener unos hábitos alimenticios adecuados. Pongamos dos ejemplos:

  • Laura se ha planteado para este año 2016 cambiar su alimentación, ya que hasta ahora considera contrariamente a otros sobre este aspecto de su vida. Viene de una serie de pérdidas de peso y aumentos de peso cíclicos y ha notado que diariamente le falta energía. Se encuentra perdida de cara a lo que tiene o no tiene que comer, en qué cantidades, el número de comidas… Las contradicciones entre lo que dicen las revistas que sigue de salud, las recomendaciones de sus amigos y en definitiva lo que se considera “saludable” le llevan a ¡no saber por dónde empezar! Por otra parte, al empezar el año se encuentra muy motivada. Dispuesta a apuntarse a un gimnasio, someterse a restricciones estrictas en su alimentación de cara a encontrarse mejor, e incluso quitarse esos pequeños placeres que hasta ahora gozaba en su día a día.
  • Antonio, por su parte, es bastante asiduo de blogs y páginas científicas de nutrición y dietética. De mente curiosa, esto le ha llevado a interesarse mucho por el tema, y a adquirir una base sólida de conocimientos. Tiene una mirada crítica hacia las distintas opciones que tiene de cara a comer saludablemente y una idea muy concreta de lo que debe comer, cuándo y en qué cantidades. Por otra parte, se conoce bien y sabe que “una cosa es decirlo, que en el papel es todo muy bonito, y otra cosa es hacerlo”. En los últimos meses lo ha intentado en repetidas ocasiones para finalmente acabar comiendo “mal” otra vez. Además, este mes tiene una sobrecarga de trabajo importante y por mucho que quiera, al llegar tarde por la noche, siempre acaba recurriendo a platos preparados y algo de chocolate como merecida recompensa a un día duro de trabajo. Finalmente, aunque se sigue interesando por el tema, se da por vencido convencido de que no tiene “fuerza de voluntad”.

Si echamos un rápido vistazo nos daremos cuenta de que las dificultades concretas de cara a cambiar nuestros hábitos alimenticios requieren una perspectiva amplia que incluya herramientas de muy diferentes tipos. Estos ejemplos que, aunque están muy diferenciados, es posible que en la realidad se solapen con bastante frecuencia, representan en gran medida lo que a mi juicio suponen las dos grandes dificultades que nos encontraremos de cara al cambio que nos proponemos.

Las dos grandes dificultades ante el cambio de hábitos alimenticios

1. Falta de “Conocimiento Nutricional”

Esta dificultad, en mi opinión, se manifiesta como resultado de la interacción de dos factores o situaciones concretas:

Por una parte, incluye la información que nos llega de los medios de comunicación, las campañas sanitarias, los libros sobre dietas, etc. Por tanto, está intrínsecamente ligado al contexto global en el que nos encontramos, del que más adelante veremos sus distintas características y cómo podemos incidir en él.

Y por otra parte, incluye las herramientas personales y conceptuales que nos permiten tener una mirada crítica y poder interpretar toda la información que nos llega. Esto no implica volvernos nutricionistas, pero sí unos conocimientos básicos de cómo funciona nuestro cuerpo, qué impacto tienen distintos alimentos en nuestro metabolismo, así como dominar cierto vocabulario básico nos puede ayudar a seleccionar más adecuadamente lo que es bueno para nosotros.

¿Puede ser un objetivo para empezar? Puede ser. A priori, tener más conocimientos puede ser algo positivo. Pero si hablamos de conocimiento, quizás sea una categoría muy amplia, y por otra parte ¿cómo seleccionamos la información?, ¿de qué fuentes?, ¿con qué criterios?

2. Falta de “Fuerza de Voluntad”

La fuerza de voluntad es un tópico muy extendido

La fuerza de voluntad, sin duda, constituye uno de los tópicos más extendidos y que podemos considerar clásicos, no solamente aplicable a la alimentación sino también al campo más amplio que supone la modificación de conductas habituales.

Muchos la utilizamos como justificación o simplemente para explicarnos a nosotros mismos el porqué de los fracasos que tenemos cuando incorporamos un cambio en nuestra vida, en nuestros hábitos y no somos capaces de mantenerlo en el tiempo. Pero a su vez, posteriormente también nos sirve como “pretexto” para no implicarnos en otros cambios que queramos tener en nuestra vida porque hemos “aprendido” que no tenemos dicha capacidad.

¿Por qué no podemos tener “aumentar nuestra fuerza de voluntad” como objetivo? Porque bajo lo que denominamos “fuerza de voluntad” está implícita la idea o la creencia de que los cambios no dependen de nosotros, de nuestro control; sino que depende de una misteriosa característica personal. Pero… ¿cómo se obtiene esta habilidad?, ¿cuándo es suficiente y cuándo no?, ¿qué indicadores utilizamos?

¿En qué podemos incidir para cambiar nuestros hábitos alimenticios?

Pues bien, considerando pues, las dos dificultades anteriores como por una parte demasiado amplias y por otra demasiado abstractas, en este punto voy a intentar concretizar desde mi punto de vista en qué podemos centrar nuestros esfuerzos de cara a cambiar nuestros hábitos alimenticios.

Voy a presentaros una serie de ámbitos de actuación que protagonizarán los próximos artículos y como veremos, unos estarán relacionados con el contexto, y otros relacionados con nosotros mismos. Dicho esto, ¡vamos allá!

1. Contexto

Uno de los errores que en ocasiones cometemos a la hora de cambiar nuestros hábitos alimenticios es el de olvidarnos del contexto en el que nos encontramos. Es importante tener en consideración que, como seres humanos, estamos en continua interacción con nuestro entorno, tanto a un nivel más concreto e inmediato, como global, y esto influye en nuestro estilo de vida y nuestros hábitos.

Contexto inmediato

El contexto inmediato incluye todas nuestras ocupaciones diarias. Todos tenemos una vida, en muchas ocasiones ajetreada, en la que tenemos una serie de demandas que satisfacer de muy diversa índole: unas relaciones sociales que mantener, una dinámica familiar y sus necesidades, largas jornadas laborales u horarios cambiantes y, en resumidas cuentas, la percepción de que nos falta tiempo.

Por tanto, es importante que tengamos en cuenta que el hecho de incorporar un cambio en nuestra vida, ya sea en nuestros hábitos alimenticios o en otras áreas, va a repercutir en este contexto como un castillo de naipes.

Contexto global

Incluye la sociedad en la que vivimos, y se articula en tres características:

  • Infoxicación: medios de comunicación, libros, blogs, revistas cotidianas… lo cierto es que miremos a donde miremos muy probablemente encontremos alguna referencia a alimentación saludable. Creo que la diversidad de fuentes puede ser positiva, pero en exceso puede conseguir el efecto contrario: al estar sobrecargados de información, muchas veces contradictoria, ¡no sepamos con qué quedarnos!
  • Desinformación: En adición a lo que veíamos antes, no solamente existe un exceso de información, sino que en muchas ocasiones es, como mínimo, poco fiable. Esta información poco fiable considero que no solamente puede alimentar mitos erróneos, sino ser realmente perjudicial para la salud. Cuando el marketing o la publicidad se disfraza de ciencia para vendernos sus productos… ¿qué hacemos?
  • Promoción de expectativas equivocadas: creo que la información que nos llega se polariza en dos direcciones. Por una parte, hay información que promueve conseguir objetivos sin ningún esfuerzo o con lo mínimo: cremas para quemar grasa, planes de nutrición o de adelgazamiento a velocidades meteóricas alimentando dichas creencias. Y, por otra parte, están las ideas de: “no pain, no gain” que a priori pueden no ser negativas, pero tienen el peligro también de llegar al extremo contrario: que para conseguir resultados o grandes cambios sea necesario un gran inversión obligatoria. Ese culto a la exigencia y al perfeccionismo puede ser positivo en algunos casos, pero ajeno a la realidad de que cada persona tiene un ritmo propio, y que en ocasiones introducir cambios muy paulatinos es la mejor opción.

mejorar-habitos alimenticios-blog un pedacito de psicología

2. Nosotros mismos

Aquí vamos a hablar de todos aquellos factores en los que podemos poner de nuestra parte para conseguir un cambio en nuestra vida, y en este caso, en nuestra forma de alimentarnos, concretamente relacionados con nosotros mismos. Quizás ya tengáis muy claro muchos de ellos, pero en cualquier caso, si podemos beneficiarnos de herramientas muy diversas, ¿por qué no usarlas?

Historia de creencias

Todos nosotros somos hijos de una historia. Hemos nacido y crecido en interacción con nuestra familia y un medio físico y cultural que nos ha influido y nos ha hecho desarrollar una serie de creencias sobre nosotros mismos y el mundo que nos rodea.

Por ello, antes de sembrar nuevos cambios y aprender cosas nuevas, quizás tengamos que desaprender otras. ¿Cómo podemos cambiar nuestras creencias? ¿Dónde empieza la verdad y donde acaba el mito?

Motivación para el cambio

Incidiendo en otros aspectos descritos anteriormente, posiblemente ya hayamos mejorado en gran medida nuestra motivación de cara a incorporar cambios en nuestra alimentación. Sin embargo, en este apartado veremos herramientas específicas para ponernos en marcha. ¿Por qué?

Porque nuestra forma de alimentarnos, al igual que otros comportamientos en nuestra vida, constituyen un hábito arraigado, y por tanto nos podremos beneficiar de lo que la ciencia del comportamiento nos dice sobre esta cuestión.

Metas y objetivos

Muchas veces cambiamos nuestra alimentación de forma drástica, sin haber definido y ajustado previamente los objetivos finales a intermedios, aumentando la probabilidad de que abandonemos la práctica regular que nos hemos fijado.

Muy relacionado con la motivación, aquí veremos las características de nuestras metas y su diferenciación, cómo podemos optimizar la forma en que las fijamos, y nuestra relación con ellas.

Composición de la dieta

Enmarcados en una perspectiva científica, en este ámbito analizaremos la propuesta de la pirámide nutricional actual y veremos que existen distintos enfoques al hablar de alimentación saludable.

Propondremos una serie de herramientas y criterios, que aunque no supongan la panacea ni sean una solución universal, nos pueden ayudar de cara a seleccionar unos alimentos u otros para incluir en nuestra alimentación.

Frecuencia de comidas

“Desayuna como un rey, come como un príncipe y cena como un mendigo”. Temas clásicos como el desayuno y su importancia, ayunos, las 5 comidas al día. Veremos también cómo la composición de la dieta influye en dicha frecuencia.

Cantidad

¿Son importantes las calorías?, ¿cuánto tengo que comer?, ¿hasta qué punto es eficiente la restricción calórica? Aquí “el hambre” será la gran protagonista. Intentaremos abarcar y aclarar este proceso que parece un tanto intangible para ver las distintas hormonas que la regulan así como su relación con distintos aspectos de la composición de la dieta y variables psicológicas.

Entorno físico y entorno social

Muy relacionado con ámbitos anteriores como las ocupaciones diarias, veremos cómo aspectos que quizás puedan pasar desapercibidos como el comer en el lugar de trabajo, realizando otras actividades o delante del televisor en realidad tienen su trampa.

Por otra parte también tenemos una vida social, quedadas con amigos, comidas de negocios, que en ocasiones puede suponer un freno a una alimentación saludable si no lo sabemos gestionar de forma adecuada.

Estado emocional

Un clásico de entre los clásicos: ¿cómo influye nuestro estado de ánimo en la conducta de comer?, ¿cómo influyen ciertos alimentos en nuestro estado de ánimo?, ¿está todo esto relacionado con el hambre?

Veremos cómo conductas aisladas en un principio, al repetirse en el tiempo, pueden instaurar un patrón de alimentación que nos aleje de nuestro objetivo.

Otros factores que influyen en los hábitos alimenticios

Iremos relacionando nuestra alimentación con otras áreas fuera de este campo, pero a las que está intrínsecamente ligada. Destacaremos el binomio alimentación saludable-ejercicio físico, el precio de los alimentos, su accesibilidad en el contexto en el que vivimos, etc.

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